Sábado 30 de septiembre

Sábado 30 de septiembre
San Jerónimo, presbítero y doctor de la iglesia

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Respóndele con tu oración)

Evangelio según San Lucas 9, 44b-45
En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del Hombre lo van a entregar en manos de los hombres. Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro, que no cogían el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.

Pistas: Siguen a Jesús, se admiran de Él y su poder. Pero no acaban de entenderle e incluso tienen miedo de profundizar más. Prefieren seguir en la gloria y el triunfo, en el aplauso de la gente, antes que ser capaces de comprender lo que Jesús les venía avisando.
El Evangelio de hoy puede servirte para examinar tu vida de fe: mientras la gente te admira y dice lo bueno que eres, mientras no existen contrariedades, cuando parece que eres el vencedor, todo es fácil. Pero Jesús enseña que el verdadero camino no es un paseo triunfal, sino descubrir que pase lo que pase, y aunque la cruz forma parte del camino que tenemos que recorrer, vamos a salir vencedores.
Nosotros no debemos tener miedo, porque sabemos cómo terminó la historia de Jesús y su victoria es la nuestra. Nada ni nadie de este mundo nos la podrá arrebatar. Pero no por ello debemos dormirnos o acomodarnos. Necesitamos hacer un camino de fe, de confianza y fidelidad. Sin miedo a llamar a las cosas por su nombre, sin miedo a las complicaciones, sin miedo de encontrar el camino de Dios para nuestra vida.
La luz del Espíritu Santo vencerá la oscuridad y las palabras de Jesús serán claras. La luz del Espíritu en tu corazón vencerá también la oscuridad, las dudas, la falta de fe… Tú persevera en oración, persevera cerca de Jesús, vence el miedo. Porque tuya es la victoria de Jesús.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.

Viernes 29 de septiembre

Viernes 29 de septiembre
Santos arcángeles Gabriel, Miguel y Rafael

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor

Evangelio según san Juan 1, 47-51

En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.» Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?» Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.» Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.» Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.» Y le añadió: «Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»

Pistas: “Has de ver cosas mayores”.
Si Jesús se cruza en tu vida, “has de ver cosas mayores”. No sabemos qué pasaría debajo de la higuera… pero lo importante es que este árbol representa lo que vives cada día. Y en ello Jesús está presente. Él te conoce. Él sabe lo que pasa en tu día a día. Y si ahora estás leyendo estas líneas significa que Él ya se ha cruzado en tu vida. Por eso, si se lo permites, si decides seguirle, “verás cosas mayores”.
Natanael (el Apóstol San Bartolomé) no podía ni siquiera imaginarse lo que le esperaba. Y se embarcó en la aventura de seguir a Jesús. Milagros, palabras que tenían poder, el mal, el demonio y el pecado vencidos, la cruz, la resurrección, la venida del Espíritu Santo, el poder del Espíritu Santo en su propio interior… Tú también verás cosas mayores si decides conocer y seguir a Jesús. Y todo esto termina en la eternidad, en la que el Hijo del hombre (Jesús) muerto y resucitado es la puerta del cielo, de la vida plena con Dios.
Por eso, ni puedes siquiera imaginar las cosas que has de ver. Pero sí puedes estar seguro de que, con Jesús a tu lado, todo merecerá la pena.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.

Jueves 28 de septiembre

Jueves, 28 de septiembre
XXV tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Lucas, 9, 7-9
En aquél tiempo, el virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías, otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Herodes se decía:
-A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas? Y tenía ganas de ver a Jesús

Pistas: ¿Dónde se puede ver a Dios?
A veces creemos que sólo en una iglesia, en una celebración, en un lugar concreto… Pero Dios se muestra, sobre todo, en el corazón de los que le buscan. Porque la fe no depende del sentido de la vista, sino del sentimiento que anida en el corazón de los hombres y mujeres que le anhelan sinceramente. Puedes pensar que Dios está lejos, pero camina a tu lado. Y puede que haya quienes lo crean al lado, pero no se les muestre.
Jesús nos prometió que el que busca, encontrará. Que al que pide, se le dará. ¿Crees que si lo buscas no lo encontrarás? Sólo tienes que desearlo en tu vida, orar, hablar con Él, estar dispuesto a seguirle, y Dios tocará tu corazón. Busca a Dios y llévalo a toda tu vida ¡¡No te quedes con las ganas!!

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración

Miércoles 27 de septiembre

Miércoles 27 de septiembre
San Vicente de Paúl, prebítero

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Lucas 9, 1-6
En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Luego los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco llevéis túnica de repuesto. Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si alguien no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa. Ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes.

Pistas: Fijémonos en lo que sucede. Jesús reúne a sus Apóstoles. Primero crea comunidad en torno a Él. Después les da poder y autoridad y los envía. Les pide que se fíen de Él, dándoles unas instrucciones concretas. Les envía. Y ellos se ponen en camino, hacen lo que Jesús les manda y el Reino es anunciado con palabras y signos.
Lo material (bastón, alforja, pan, dinero), las seguridades (la túnica de repuesto), prosperar (buscar otro sitio mejor para hospedarse), el éxito (te reciban o no), nada de esto es fundamental. La clave es obedecer lo que Jesús nos dice, porque Él capacita, da poder y autoridad. Él nos envía a ponernos en camino haciendo lo que manda.
Lo mismo que aquellos Doce, en la vida de los santos y en la tuya también, siempre que Jesús te pida algo, te dará la fuerza, la capacidad y la autoridad para hacerlo. Y si te fías de Él y aprendes a ser discípulo suyo anunciarás la Buena Nueva y el mal irá perdiendo terreno. Entonces, podrás ver las maravillas de la salvación en el mundo y en tu vida.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.

Martes 26 de septiembre

Martes 26 de septiembre
Santos Cosme y Damián, mártires

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Lucas 8, 19-21

En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él. Entonces le avisaron: Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte. Él les contestó: Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen por obra.

Pistas: Jesús nos dice hoy que para ser familia suya no bastan los lazos de sangre, ni siquiera querer estar en su presencia. Es necesario escuchar su Palabra y ponerla por obra. Eso es lo que nos hace estar en relación con Jesús. De este modo somos su familia, somos de los suyos.
El Evangelio de hoy podemos conectarlo con la parábola del sembrador que leíamos hace unos días. La semilla cayó en el camino, entre piedras, entre zarzas y en tierra buena. La del camino la comieron las aves, en las piedras no pudo echar raíz y se secó, y la que cayó en las zarzas fue ahogada al crecer éstas. Quitar piedras y zarzas, no quedarnos mirando desde el camino, para ser buena tierra en la que la Palabra pueda crecer y dar fruto. Éste el medio para poder ser discípulos de Jesús.
Cuando seguimos a Jesús y ponemos en práctica el modo de vida que Él enseña, nos convertimos en parte de su familia. Ya no nos conformamos con verlo desde fuera, sino que compartimos con Él todo lo que somos. Hoy Jesús te dice que, si tú quieres, eres parte de su familia.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.

Lunes 25 de septiembre

Lunes 25 de septiembre
XXV semana del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Lucas 8, 16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz.
Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público.
A ver si me escucháis bien: al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener.

Pistas: Andar en la luz y ser luz, o convertirse en tinieblas.
Recordemos que Jesús, en el Evangelio de San Juan, dice que Él es la luz del mundo. Y ser discípulo suyo significa llenarse de esa luz. Es la obra que el Espíritu Santo realiza en los discípulos de Jesús. Destruye las tinieblas del pecado y pone luz, verdad, libertad, alegría… Y esto se nota en la vida, no se puede esconder. Por eso ser cristiano trae consigo evangelizar, llevar la luz de Jesús a todos los hombres. Y si intentas ocultarlo o disimularlo tu luz se apagará. Entonces te preguntarás por qué tu fe vacila, por qué el pecado se hace fuerte, por qué estás triste y te sientes perdido.
Mira a Jesús, entra en la Iglesia, en la vida de oración y sacramentos, donde brilla la luz de Jesús y todo cambiará. Andarás en la luz y la luz de Jesús brillará en tu vida.
Acércate a Jesús y acoge su palabra y sus dones. Esto es gratis, pero no barato. La fe es un regalo, pero implica un estilo de vida. La luz de Jesús trae consigo convertirse en luz. La presencia del Espíritu Santo te hará dar los frutos del Espíritu. Y, por eso, si la acoges tendrás luz y cada vez más. Y si rechazas este regalo, cada vez te sentirás más sumergido en la oscuridad.
Nunca es tarde para acercarte a Jesús. Un poco de luz hace desaparecer la oscuridad. Pero Jesús es mucho más que un poco de luz. Es camino, verdad y vida. Déjale que ilumine tu existencia y podrás ver su luz brillar en ti.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.

Domingo 24 de septiembre

Domingo 24 de septiembre
XXIV domingo del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Respóndele con tu oración)

Evangelio según San Mateo 20, 1-16

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: El Reino de los Cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido. Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: ¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar? Le respondieron: Nadie nos ha contratado. El les dijo: Id también vosotros a mi viña.
Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz: Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros. Vinieron los del atardecer, y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: Estos últimos han trabajado solo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno. El replicó a uno de ellos: Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno? Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.

Pistas: No hace mucho tiempo que leíamos esta parábola que nos habla en primer lugar de la misericordia de Dios, de su amor, de cómo debe tratar la Iglesia a los que van llegando.
Hoy vamos a verla desde dos perspectivas. Por un lado, los últimos a los que llama el viñador para contratarlos. Habían estado a sus asuntos, por eso nadie los había contratado. Porque si se hubieran acercado antes al propietario los habría contratado. Entran tarde en el Reino. Así que si te sientes perdido, si crees que estás lejos de Dios, si piensas que eres muy pecador o tu fe está débil, si has estado a otras cosas: No tengas miedo. Sólo vete a la plaza, es decir, acércate a la Iglesia, acércate a Jesús y entra con Él. Porque es bueno. Y aunque seas de los últimos, no serás de los últimos en el corazón de Dios. Y aunque pienses que puede ser tarde, responde a su llamada.
La otra perspectiva es la de los que están desde el principio. Creen que tienen más derechos, que ellos ponen las condiciones. Quizás esto pasa cuando nos acomodamos en la Iglesia y buscamos honores y reconocimientos. Si os acordáis de la parábola del hijo pródigo, éstos se parecen al hermano mayor. Tal vez tu servicio en la Iglesia, tu fe, se haya convertido en una carga y te sientas un poco amargado. Aquí no se trata de ganar méritos, ni de una fe sin dificultades, sin tener que “aguantar el peso del día y el bochorno”. La fe es un camino hacia la plenitud con momentos complicados. Alcanzar el objetivo requiere esfuerzos, pero siempre merece la pena. Por eso entrar en el Reino supone convertirnos en discípulos de Jesús, entender y vivir la realidad, las relaciones con los demás, la relación con Dios, como Él la vivió.
Al releer el Evangelio piensa qué quiere decirte a ti. Cuál de las perspectivas te interpela. Y acude a Dios misericordioso que te llama, que te espera, que te acoge.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.

Viernes 22 de septiembre

Viernes 22 de septiembre
XXIV semana del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor

Evangelio según San Lucas 8, 1-3

En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando la Buena Noticia del Reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.

Pistas: Jesús realiza su misión de anunciar el la Buena Noticia y con Él van sus discípulos. Aprenden y son partícipes de su misión. Y serán, con la fuerza del Espíritu Santo y la presencia de Jesús resucitado, los que continúen su obra.
Lo revolucionario es la presencia en el grupo de mujeres que siguen a Jesús y son por ello también discípulos, en igualdad de condiciones. Jesús confiere una dignidad y un papel nuevos a la mujer, no sólo porque le otorga el derecho a conocer las «buenas noticias del reino de Dios», sino también la participación en el ministerio. Pongámonos en la situación de un momento de la historia en el que algunos rabinos dudaban incluso de la capacidad de la mujer para aprender la Torah (la ley judía) y en el que la autonomía social de la mujer era muy escasa. Pero en los evangelios el cambio es radical: las mujeres son las primeras que llevan a los apóstoles la noticia de la resurrección.
Jesús va con sus discípulos que le siguen, aprenden de Él, son salvados por Él ¿Quieres ser discípulo suyo? ¿te preguntas qué hay que hacer? Síguele, aprende de Él, deja que te llene del Espíritu Santo, que te revele al Padre, que te enseñe su modo de hacer las cosas ¿Quieres ser de los suyos?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.

Jueves 22 de septiembre

Jueves 21 de septiembre
San Mateo, apóstol y evangelista

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según san Mateo 9, 9-13
En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Él se levantó y lo siguió.
Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: «¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?» Jesús lo oyó y dijo: «No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa “misericordia quiero y no sacrificios”: que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»

Pistas: Juzgar, clasificar en buenos y malos, teniendo como criterio si encajan o no en nuestra manera de hacer y entender las cosas, sigue siendo una fuerte tentación en nuestra Iglesia y en la vida de cada uno de nosotros. Pero Jesús nos enseña a mirar siempre más allá.
Si te sientes pecador, si te sientes lejos de Dios, incluso si como los publicanos eres juzgado y mal mirado: No temas. Jesús se va a sentar a comer contigo. Y sus discípulos deberíamos hacer lo mismo.
Si ocupas un puesto de responsabilidad en la Iglesia o, simplemente, los demás saben que eres creyente, recuerda lo que dice Jesús en el Evangelio de hoy: No clasifiques a las personas ¿Cuántas veces bajo la apariencia de hacer lo correcto en realidad estamos juzgando, apartando a la gente de Jesús? ¿cuántas oportunidades perdernos de sentarnos en la mesa con aquellos a los que Jesús llama?
“Misericordia quiero y no sacrificios”. Podríamos traducir hoy esta frase que Jesús dice a los fariseos de este modo: misericordia quiero y no religiosidad superficial, ni apariencias. Misericordia quiero y no estructuras, modos… Como enseña siempre Jesús hay que elegir entre vivir desde el corazón y en su amor, o en el juicio, la superficialidad, la apariencia y la mentira.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración

Miércoles 20 de septiembre

Miércoles, 20 de septiembre
Santos Andrés Kim Taegon, presbítero, Pablo Chong Hasang, y compañeros mártires

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Lucas 7, 31-35
En aquel tiempo, dijo el Señor: ¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos? Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: «Tocamos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis» Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenía un demonio; viene el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: «Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de recaudadores y pecadores». Sin embargo, los discípulos de la sabiduría le han dado la razón.

Pistas: Ser discípulo de la sabiduría significa ver la verdad más allá de los modos, más allá de los prejuicios. Es poder conocer los planes salvíficos de Dios. La sabiduría nos llevará a ser verdaderamente libres, a conocer con más profundidad la realidad de nuestro mundo, de nuestra propia vida y de Dios. Juan el Bautista preparó el camino a Jesús, que reveló plenamente quién es Dios. No sólo como ideas sino como vida, como relación. Tanto que se entregó por nosotros, nos dio el Espíritu y nos abrió de par en par la puerta del cielo.
No siempre es fácil enfrentarse a la verdad venciendo los prejuicios, los propios intereses o los miedos. Darle la razón a otro, aunque sea Otro con mayúsculas, aunque sea Dios, implica vencerse a uno mismo, cambiar. Por eso, esta lectura puede ayudarte a pensar a quién te pareces: a los niños de la parábola o a los que se encuentran con la sabiduría y se vuelven sus discípulos.
Pero Jesús también nos dice que elegir el camino de la sabiduría nos impedirá estar acomodados o vivir en una mentira. Y aunque tengas que luchar, adaptarte a una forma distinta de pensar y actuar -como los ojos cuando pasan de la oscuridad a la luz o alguien que está enfermo y sana y se levanta- encontrarás vida, libertad, alegría, verdad, luz… Encontrarás a Dios y te encontrarás a ti mismo.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.