Sábado, 31 de octubre
XXX semana del tiempo ordinario
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)
Evangelio según San Lucas 14, 1. 7-11
En aquel tiempo, entró Jesús un sábado en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso este ejemplo: Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro, y te dirá: Cédele el puesto a éste. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido.
Pistas: Los puestos, los honores, el reconocimiento, el orgullo, el postureo y las apariencias. ¡Esto sigue tan de moda! Tal vez incluso en muchas cosas de tu propia vida. Pero Jesús eligió y enseñó el camino de la humildad.
¿Qué significa ser humilde? La humildad es lo contrario del orgullo y la soberbia, también del tenerse por menos o despreciarse dejando así de usar los dones que Dios nos da y no pudiendo alcanzar la plenitud de vida que nos quiere regalar. La humildad tiene que ver con la verdad. Reconocer la verdad de quién soy y quién es Dios, mi lugar respecto a los demás y en el mundo. Soy un pecador, soy débil, pero soy hijo de Dios, tengo la fuerza del Espíritu Santo y sus dones. Ser humilde abre la puerta a los dones de Dios.
En realidad, la humildad hace ver que la vida sin Dios no conduce a la felicidad. Necesito a Dios en mi vida, en mis decisiones, en mi realidad. Dicho de otro modo: sé que por mí mismo, por mis solas fuerzas, no voy a encontrar felicidad (por eso el que se enaltece será humillado). La humildad permite vivir en el amor porque hace descubrir que el verdadero tesoro es vivir como Jesús (que fue “manso y humilde”), que amó y sirvió hasta entregar la vida. Siendo Dios eligió el camino de la entrega y el amor.
Enaltecerse lleva a la caída y al sufrimiento. Hoy Jesús te propone otro camino: el de la verdad, el amor, la verdadera grandeza, la paz… y pasa por la humildad. Revisa tu vida a la luz de este Evangelio.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.