Domingo 30 de junio

Domingo 30 de junio
XIII domingo del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Lucas 9, 51-62
Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?» Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea. Mientras iban de camino, le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»
A otro le dijo: «Sígueme.» Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.» Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.»
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.» Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»

Pistas: Una clave para leer el Evangelio de hoy nos la da la segunda lectura de la misa: “Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado. Por tanto, manteneos firmes, y no os sometáis de nuevo al yugo de la esclavitud. Hermanos, vuestra vocación es la libertad: no una libertad para que se aproveche la carne; al contrario, sed esclavos unos de otros por amor. Porque toda la Ley se concentra en esta frase: «Amarás al prójimo como a ti mismo.»
Más que hablar de actitudes respecto a la familia, Jesús se refiere hoy a la seriedad, la urgencia y la exigencia del seguimiento. Jesús ha anunciado su muerte a los discípulos y decide dirigirse a Jerusalén. Los enfrentamientos con los fariseos y las autoridades judías se van a hacer frecuentes. Los discípulos tienen miedo y no entienden lo que está sucediendo. Fíjate en la reacción de Santiago y Juan y en la respuesta de Jesús, que tiene que ver con la idea de Mesías que quiere que tengan. No el líder político o el Mesías que viene a imponer un reino. Sino el que viene a entregar su vida, a mostrar y revelar al Padre y regalar el Espíritu Santo.
Jesús quiere sus discípulos sean verdaderamente libres y que vivan en el amor. Y enseña la exigencia de seguirle. La necesidad de nacer de nuevo (“deja que los muertos entierren a sus muertos”) y de mirar hacia delante (“el que pone la mano en el arado…”).
Seguir a Jesús, ¿para qué? Para ser libre, es decir, para elegir el bien, el amor para nosotros y para los demás. Eso es ser libre. Y ésa es la vocación a la que Dios nos llama a todos: a encontrarnos con Él y su amor, seguirle, y descubrir que ese amor nos hace libres y nos tiene que llevar a amar a los demás. Puedes preguntar hoy: Señor, ¿qué quieres de mí?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Viernes 28 de junio

Viernes 28 de junio
Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Lucas 15, 3-7
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos y escribas esta parábola:
—«Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: «¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido.»
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.»

Pistas: ¿Cómo es la misericordia de Dios? Jesús nos la muestra con su vida y nos la intenta explicar con esta parábola. La misericordia de Jesús llega hasta el extremo de entregar su vida por todos.
¿Qué hizo la oveja que se perdió? Igual se merecía estar perdida… Pero eso no le importa al Pastor. Se va a buscarla. Sin juzgarla. Y cuando la recupera la carga, la lleva… Qué imagen tan bonita para entender lo que sucede cuando se sale del pecado. No hay condena. Hay verdad, pero no condena. Hay salvación. Se vuelve al hogar.
Jesús quiere hacer una familia. La de los salvados, los que encuentran el camino hacia el cielo del que Jesús mismo habla y que empieza ya aquí, cuando somos capaces de vivir como Él enseñó. Capaces de construir el Reino de Dios en nuestro mundo y de vivir según las bienaventuranzas que él mismo vivió.
Hoy es la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. En esta devoción muchas veces se habla de reparar los pecados propios y los de los demás. Jesús nos enseña con esta parábola a ir más allá, a mirar a la entrañable misericordia de Dios que nos rescata y nos lleva a casa en Jesús. A conocer, descubrir y anunciar la alegría de la salvación y la reconciliación que Jesús nos ha regalado.
Si te sientes oveja perdida, deja que Jesús te encuentre. Si te sientes justo, mira tu corazón y deja que Jesús te encuentre. Así vivirás la alegría y el gozo de su salvación.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Jueves 27 de junio

ueves 27 de junio
San Cirilo de Alejandría, obispo y doctor de la Iglesia

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Mateo 7, 21-29
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el Reino de los Cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Aquel día muchos dirán: Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros? Yo entonces les declararé: Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente. Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los letrados.

Pistas: El Evangelio de hoy nos enseña algo muy importante para no equivocarnos, engañarnos o desanimarnos en nuestro camino de fe.
No vale una fe de costumbres o apariencias, que acaba siendo superficial (como un barniz barato). Ni siquiera tener fe es hacer muchas cosas para Dios. Fíjate lo que dice el Evangelio: han profetizado en su nombre, echado demonios y hasta hecho milagros… Han hecho cosas para Dios (piensan que Dios ha estado con ellos), y seguro que han hecho cosas buenas. Pero Jesús no quiere sólo eso, no quiere sólo que seas externamente religioso, que reces y cumplas tradiciones, que hagas cosas buenas. Lo importante es que consigas establecer una relación con Dios y descubras su voluntad como fruto de la presencia de su Espíritu Santo en tu corazón. Lo importante es que esto te transforme. Entonces tu vida no estará cimentada sobre cosas pasajeras, sobre tus proyectos (aunque sean buenos), sobre tus méritos, o sobre tus seguridades.
Porque todo lo anterior, por muy cierto que parezca, es como la arena. Cuando vienen dificultades, la casa se tambalea. Si cimentas tu vida en una relación con Dios y en descubrir y cumplir su voluntad desde dentro, no aparentemente, no para autosatisfacerte sino por amor, por gratitud, por la misma fuerza de Dios que está dentro de ti, entonces tu vida será una casa construida sobre cimientos firmes. Porque Dios no se equivoca, no falla en sus promesas. Pero tu parte debe ser fiarte de Él, perseverar en tu relación con Él, y ponerle a Él en el centro de tu vida.
Piensa en tu vida: ¿Cuando dices ‘Señor, Señor’… sobre qué estás cimentando tu fe? ¿hay mucha arena o hay roca firme? Jesús es la roca, vivir como discípulo suyo es cumplir la voluntad del Padre. Y éste es un camino de amor y de fidelidad, no de apariencias, palabras vacías o solamente buenas acciones. Es la vida en el Espíritu Santo.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Miércoles 26 de junio

Miércoles 26 de junio
San Pelayo, mártir

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Mateo 7, 15-20
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis.

Pistas: La fe no es un barniz superficial y externo que poner a la vida. La propuesta de Jesús es que la fe transforme el corazón, que abarque todas las dimensiones de la vida. Es más que eso: es una promesa. Si recibes el Espíritu Santo, te dará un nuevo corazón y podrás hacer las obras del Espíritu. Y darás buen fruto.
Estas palabras de Jesús ayudan a no dejarse embaucar, a no vivir un cristianismo falso o superficial. Te alertan además sobre los que prometen resultados fáciles sin esfuerzo personal o los que buscan su propio beneficio usando la buena fe de las personas. Piensa que si no da los frutos que dio Jesús, algo está fallando. El “árbol dañado” se cura con la oración, con los sacramentos, con la acción del Espíritu que puede sanar y transformar.
Así que revisa los frutos que das, los que da tu comunidad o tu parroquia. ¿Cómo son? Sé sincero, porque así podrás abrir tu vida al Espíritu Santo, que es el único que puede cambiar tu corazón y convertirte en buen árbol, que dé buenos frutos.
Jesús te da hoy un criterio de discernimiento para aplicar a tu vida y la realidad que te rodea. Hazlo en oración y escucha lo que te quiere decir hoy la Palabra de Dios. «Por sus frutos los conoceréis».

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

XIII Domingo del tiempo ordinario

Evangelio según San Lucas 9,51-62.
Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén
y envió mensajeros delante de él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento.
Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén.
Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?».
Pero él se dio vuelta y los reprendió.
Y se fueron a otro pueblo.
Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: «¡Te seguiré adonde vayas!».
Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza».
Y dijo a otro: «Sígueme». El respondió: «Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre».
Pero Jesús le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios».
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos».
Jesús le respondió: «El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios».

Martes 25 de junio

Martes 25 de junio
XII semana del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Mateo 7, 6. 12-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; las pisotearán y luego se volverán para destrozaros.
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la ley y los profetas. Entrad por la puerta estrecha.
Ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos.
¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos.

Pistas: Leemos hoy una recopilación de dichos de Jesús. El primero de ellos, no dar lo santo a los perros, no echar las perlas a los cerdos. Parece que contradice otros mensajes de Jesús en los que manda amar a todos, anunciar el Evangelio a todos. ¿A qué se referirá? Jesús no quiere unos discípulos insensatos, que no sepan buscar el momento oportuno, que no valoren lo que tienen. Para exponer las cosas que merecen la pena se busca el mejor contexto, el más significativo. No se hace de cualquier manera. Ser cristiano no es ser un ingenuo, un iluminado. Sino vivir como hijo de Dios, lleno del Espíritu Santo y sus dones.
“Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la ley y los profetas”. Una vez más el amor es el resumen, es la clave, lo que sostiene todo. Y no un amor abstracto sino concreto ¿cómo tratamos a los demás? ¿hasta dónde llega nuestra vivencia de la fe?
La puerta ancha. En la vida casi siempre cuesta menos lo que va a hacernos daño. Y lo que merece la pena realmente se parece a una puerta estrecha. Jesús no engaña a nadie. Éste no es un camino que se haga sin esfuerzo. Es un camino que merece la pena, es el camino que merece la pena. Es gratis, pero requiere esfuerzo y sacrificio, requiere elegir no lo más cómodo sino lo que merece la pena.
Jesús te invita hoy a llevar a la vida su enseñanza. Deja que la Palabra de Dios te hable, piensa en tu vida y tu situación ¿qué te dice hoy Jesús?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Lunes 24 de junio

Lunes 24 de junio
Natividad de San Juan Bautista

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Lucas 1, 57-66. 80
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan.» Le replicaron: «Ninguno de tus parientes se llama así.» Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: «¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.

Pistas: El nacimiento de Juan Bautista estuvo rodeado de hechos extraordinarios. Unos ancianos, una mujer estéril ¿Qué será ese niño?
Dios muestra su poder en un mundo que ya no espera nada. Lo mismo pasa con Jesús: traicionado por los suyos, condenado como un delincuente y, cuando parece que ya no hay esperanza, Dios hace lo imposible posible.
Puedes pensar en tu vida también e iluminar tus situaciones con lo que nos dice el Evangelio. Haz memoria de hechos que han ocurrido en tu vida, que te habían dicho que eran imposibles, que nunca soñaste que sucederían… Para Dios nada hay imposible.
Le iban a poner Zacarías para seguir la tradición. Pero Dios va a hacer cosas nuevas a través de la vida de este niño. Rompen la tradición, algo nuevo va a suceder. Se llamará Juan. ¿Qué va a ser este niño?
Zacarías se había quedado mudo porque no había sido capaz de creer lo que el ángel le había prometido. Cuando por fin se fía, cuando cumple la voluntad de Dios, su boca se suelta y alaba a Dios. Deja de estar mudo. Como cuando alguien entra en el camino del Reino de Dios y entonces entiende lo que antes no entendía. Comprende lo que antes le resultaba extraño, y su vida ya no es la misma.
Y Juan el Bautista crece y se fortalece. Se prepara en el desierto, en las dificultades, hasta que está listo para su misión.
Deja que te hable Palabra de Dios, que enseña que Él abre caminos en la vida de los que creen.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Sábado 22 de junio

Sábado 22 de junio
San Paulino de Nola, obispo
Santos Juan Fisher, obispo y Tomás Moro, mártires

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Mateo 6, 24-34
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.
Por eso os digo: no estéis agobiados por la vida pensando qué vais a comer, ni por el cuerpo pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad a los pájaros: ni siembran, ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre del cielo que tenéis necesidad de todo eso.
Sobre todo buscad el Reino de Dios y su justicia; lo demás se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le bastan sus disgustos.

Pistas: Jesús enseña que no valen las medias tintas. ¿Servir a dos dioses? ¿es posible tomar la fe para algunos aspectos de la vida y para otros rechazarla? Podríamos llamarlo una fe de autoservicio: elijo lo que me interesa y cuando me interesa, y para lo demás hago las cosas a mi manera. Un estilo así termina o perdiendo la fe, o entrando en crisis, o llevando una doble vida hipócrita y con poco sentido. Pide el Espíritu Santo y contrasta tu vida con la Palabra de Dios.
En el caso concreto de hoy se trata el tema de la riqueza, de lo material. Jesús experimentó y enseñó que Dios cuida providentemente de sus hijos. Si pones tu vida en sus manos ¿a qué temerás? Dios cuida de ti. La vida de los santos está llena de experiencias asombrosas en este sentido, y seguro que a ti mismo o a personas que conoces, también les han sucedido cosas similares.
Jesús te ofrece vivir libre de agobios, libre de ansiedad, porque cuida de ti. La providencia de Dios es fruto de su amor gratuito. Pero aunque esto es gratis, no es barato. Te invita trabajar por el Reino de Dios y su justicia. O, lo que es lo mismo, a vivir como discípulo de Jesús. Y eso implica que no te puede dar igual hacer las cosas de un modo o de otro.
Trabajar por el Reino no puede ser una especie de chantaje o hacer méritos. Es entrar en la dinámica del amor de Dios, que transforma tu vida y a través de ti la realidad. Esto es lo que el Evangelio de hoy llama buscar el Reino de Dios y su justicia. Es buscar a Jesús y querer ser santo. No quiere decir ser perfecto, sino poner a Dios en el centro de tu vida, de tus decisiones. Y si descubres esto, serás libre. Libre del agobio de la autosuficiencia que te encierra en ti mismo, libre de la ansiedad de la desesperanza (porque para Dios nada es imposible), libre del engaño y las falsas promesas del pecado. Si descubres esto quedarás libre del engaño de los ídolos que nunca dan lo que prometen y te convierten en esclavo. Busca el Reino de Dios y su justicia. Busca a Dios y ser santo.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Viernes 21 de junio

Viernes 21 de junio
San Luis Gonzaga, religioso

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Mateo 6, 19-23
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No amontonéis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban.
Amontonad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que se los roen, ni ladrones que abran boquetes y roben. Porque donde está tu tesoro, allí está tu corazón.
La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, tu cuerpo entero tendrá luz; si tu ojo está enfermo, tu cuerpo entero estará a oscuras. Y si la única luz que tienes está oscura, ¡cuánta será la oscuridad!

Pistas: ¿Dónde está tu tesoro? ¿Qué o quién, qué cosas, situaciones o personas, son lo más valioso para ti? ¿Coincide con la propuesta de Jesús?
Jesús propone descubrir el tesoro que permanece. Piensa ¿cuáles son esas cosas? Lo material es efímero, tiene fecha de caducidad por muy valioso que sea. En cambio, lo que Jesús te ofrece dura hasta la eternidad. Y nada ni nadie te lo podrá robar.
“La lámpara del cuerpo es el ojo”. ¿Con qué ojos miras la realidad? ¿con una mirada enferma por el consumismo, el interés o el pecado…? ¿o con una mirada de fe, con la luz del Espíritu Santo? Sin la luz de Jesús tu vida estará a oscuras, vivirás en sombras ¡Cuánta será la oscuridad!
¿Quieres el tesoro que nadie te podrá quitar? ¿quieres descubrirlo? ¿quieres mirar con la luz de Jesús? Acércate a Él. Encontrarás el camino y con su luz podrás recorrerlo.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo

Evangelio según San Lucas 7,1-10.
Cuando Jesús terminó de decir todas estas cosas al pueblo, entró en Cafarnaún.
Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho.
Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a curar a su servidor.
Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: «El merece que le hagas este favor,
porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga».
Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: «Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa;
por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará.
Porque yo -que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes- cuando digo a uno: ‘Ve’, él va; y a otro: ‘Ven’, él viene; y cuando digo a mi sirviente: ‘¡Tienes que hacer esto!’, él lo hace».
Al oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, dijo: «Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe».
Cuando los enviados regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano.