Domingo 30 de junio
XIII domingo del tiempo ordinario
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)
Evangelio según san Lucas 9, 51-62
Cuando se iba cumpliendo el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros por delante. De camino, entraron en una aldea de Samaria para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le preguntaron: «Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que acabe con ellos?» Él se volvió y les regañó. Y se marcharon a otra aldea. Mientras iban de camino, le dijo uno: «Te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madriguera, y los pájaros nido, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»
A otro le dijo: «Sígueme.» Él respondió: «Déjame primero ir a enterrar a mi padre.» Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.»
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de mi familia.» Jesús le contestó: «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios.»
Pistas: Una clave para leer el Evangelio de hoy nos la da la segunda lectura de la misa: “Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado. Por tanto, manteneos firmes, y no os sometáis de nuevo al yugo de la esclavitud. Hermanos, vuestra vocación es la libertad: no una libertad para que se aproveche la carne; al contrario, sed esclavos unos de otros por amor. Porque toda la Ley se concentra en esta frase: «Amarás al prójimo como a ti mismo.»
Más que hablar de actitudes respecto a la familia, Jesús se refiere hoy a la seriedad, la urgencia y la exigencia del seguimiento. Jesús ha anunciado su muerte a los discípulos y decide dirigirse a Jerusalén. Los enfrentamientos con los fariseos y las autoridades judías se van a hacer frecuentes. Los discípulos tienen miedo y no entienden lo que está sucediendo. Fíjate en la reacción de Santiago y Juan y en la respuesta de Jesús, que tiene que ver con la idea de Mesías que quiere que tengan. No el líder político o el Mesías que viene a imponer un reino. Sino el que viene a entregar su vida, a mostrar y revelar al Padre y regalar el Espíritu Santo.
Jesús quiere sus discípulos sean verdaderamente libres y que vivan en el amor. Y enseña la exigencia de seguirle. La necesidad de nacer de nuevo (“deja que los muertos entierren a sus muertos”) y de mirar hacia delante (“el que pone la mano en el arado…”).
Seguir a Jesús, ¿para qué? Para ser libre, es decir, para elegir el bien, el amor para nosotros y para los demás. Eso es ser libre. Y ésa es la vocación a la que Dios nos llama a todos: a encontrarnos con Él y su amor, seguirle, y descubrir que ese amor nos hace libres y nos tiene que llevar a amar a los demás. Puedes preguntar hoy: Señor, ¿qué quieres de mí?
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.