Jueves 31 de octubre
XXX semana del tiempo ordinario
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)
Evangelio según San Lucas 13, 31-35
En aquella ocasión, se acercaron unos fariseos a decirle: Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte.
Él contestó: Id a decirle a ese zorro: «Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios; pasado mañana llego a mi término». Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido. Vuestra casa se os quedará vacía. Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: «Bendito el que viene en nombre del Señor».
Pistas: La situación de Jesús no es nada cómoda. Herodes había acabado con Juan Bautista.
Un grupo de fariseos, de los que a veces le atacan y conspiran contra Él, en esta ocasión le avisan de las intenciones del rey.
La respuesta de Jesús es clara. Él sabe que tiene que cumplir lo que el Padre le encomienda. No se deja subyugar por el poder político. ¿No debería ser así la Iglesia siempre? Libre y valiente. Es Dios quien determina los plazos.
¿Cómo es tu relación con el poder (con el dinero y los influyentes)? ¿Qué lugar ocupan en tu corazón? ¿Dejas a Dios el primer puesto? ¿Te preocupas por conocer y obedecer su voluntad?
También hay cierto simbolismo en la respuesta: al tercer día subirá a Jerusalén. Jesús intuye cuál va a ser su final. Cuántas veces intentó Dios que se convirtiera Jerusalén… Pero su corazón endurecido no se lo permite y Jesús se lamenta por ello.
Jerusalén es la ciudad elegida por Dios, pero lejos de ganarse ese favor día a día y vivirlo con humildad, se muestra engreída, caprichosa, desobediente y rebelde. Y Jesús les avisa de lo que va a suceder… No amenaza sino que avisa, invitándolos a la conversión.
Jesús trató muchas veces de convertir a Jerusalén, pero las autoridades religiosas se resistían, anclados en su comodidad y en una sociedad que moldearon a su antojo y se fue alejando de Dios. ¿Tú y yo, nos resistimos a convertirnos? ¿Queremos seguir anclados en posturas cómodas y no escuchamos a Jesús? No dejes que tu casa se quede vacía y llénala de Dios.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.