Lunes 31 de julio

Lunes 31 de julio
San Ignacio de Loyola, presbítero

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Mateo 13, 31-35

En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.
Les dijo otra parábola: El Reino de los Cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina y basta para que todo fermente.
Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas, y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: «Abriré mi boca

Pistas: … Y nosotros con nuestros planes a lo grande. Cuando de lo que se trata es del pequeño grano de mostaza, que para germinar necesita ser sembrado y morir. Y de la parte de levadura que se tiene que mezclar con la masa, que tiene que ser “contagiosa”. De lo que se trata es de lo pequeño de tu vida, de tu Iglesia. En lo pobre que puedes ofrecer, pero que Dios bendice con la capacidad para dar vida (la semilla) y de “contagiar” y transformar la realidad (la levadura). Y los pájaros pueden anidar, y toda la masa se transforma. Y otros pueden venir a buscar cobijo en la Iglesia y la sociedad es transformada.
Pero nosotros quizás sigamos con nuestros planes a lo grande… ¿Qué es lo pequeño que tienes que entregar a Dios? ¿Tus 10, 15, 20, 30 minutos de oración? ¿atreverte a decir que eres cristiano y mostrar tu fe donde sabes que te van a criticar? ¿renunciar a ese pecado que tienes agarrado a tu vida y que se ha vuelto habitual? ¿Qué es lo pequeño que le tienes que entregar a Dios?
Y, como vamos viendo al leer el Evangelio día a día, lo imposible se hace posible y de lo pequeño sale algo extraordinario. Tú y yo construimos –por la gracia de Dios y con la fuerza del Espíritu Santo- la Iglesia de Jesús. Pero no en nuestros planes a lo grande, sino en lo pequeño del día a día, en nuestra entrega diaria, en nuestro amor cotidiano. Y el Dios de lo imposible de eso pequeño sacará algo gigantesco, extraordinario, asombroso. Y hará su obra en tu vida, en la Iglesia y en el mundo.
Tú eres el grano de mostaza y la levadura ¿qué es lo pequeño que le quieres entregar a Dios?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.

Domingo 30 de julio

Domingo 30 de julio
XVII semana del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Mateo 13, 44-52
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra.
El Reino de los Cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran.
Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
¿Entendéis bien todo esto? Ellos le contestaron: Sí. Él les dijo: Ya veis, un letrado que entiende del Reino de los Cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo

Pistas: Jesús continúa hablando en parábolas. Las dos primeras, el tesoro escondido y la perla de gran valor, hacen referencia a la necesidad de posicionarnos ante algo tan valioso como el Reino. ¿De qué sirve encontrarse con Jesús y escuchar su mensaje si eso no implica ningún cambio en tu vida? El valor del Reino es tal que compensa con creces nuestros sacrificios o renuncias. Tampoco valen medias tintas. Hay que tomar postura y decidir. Porque si no es así, da igual el valor que tenga lo que hayas descubierto o encontrado ¿para qué te servirá?
La parábola de la red es parecida a la del trigo y la cizaña. Hay peces de toda clase, porque todos son invitados al Reino, a todos se ofrece la salvación de Jesús. No nos toca decidir quién puede entrar y quién no. Y, al final, habrá un juicio. A veces queremos suavizar el mensaje de Jesús no haciendo hincapié en este aspecto, pero forma parte esencial de su mensaje. Para la eternidad habrá un juicio, según cómo ha sido nuestra actitud hacia Dios y hacia el prójimo.
La última afirmación de Jesús refleja algo que el Evangelio de Mateo intenta mostrar: el Antiguo Testamento ayuda a entender a Jesús y lo anuncia (es lo antiguo que se saca) y Jesús hace todo nuevo. En un sentido más amplio podemos decir que el que entiende el Reino es capaz de sacar de lo antiguo –tradiciones, costumbres, modos de hacer- y de lo nuevo –saber adaptarlo a la sociedad, buscar maneras de hacer nuevo lo fundamental: Jesús y su mensaje-.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.

Sábado 29 de julio

Sábado 29 de julio
Santa Marta

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según san Lucas 10, 38-42

En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano.»
Pero el Señor le ¿contestó: «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.»

Pistas: ¿Cuántas veces andamos acelerados, con mil cosas? Muchas de ellas nos parecen muy importantes. Pero nos quitan la paz, no les vemos sentido, nos agobian… y hasta a veces nos da envidia la gente a la que vemos feliz, tranquila (con tantas cosas como nosotros o más).
Jesús nos dice cuál es la mejor parte: estar a sus pies escuchando su palabra. El problema no está en la actividad. Pero si ponemos cosas, tareas, y muchas veces excusas, por delante de Él ¿para qué servirá estar con Jesús y no prestarle atención? Él es la mejor parte. En realidad es la única que da sentido, y la que nada ni nadie puede quitarte.
Así que si descubres que tienes poca paz, que te dan envidia otros, que no puedes centrar tu atención en lo verdaderamente importante… necesitas estar más tiempo a los pies de Jesús, escuchando su Palabra. Busca ese tiempo con Jesús, lee las Escrituras, reza. Y encontrarás algo que nadie ni nada te podrá quitar.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.

Viernes 28 de julio

Viernes 28 de julio
XVI semana del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Mateo 13, 18-23

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador: Si
uno escucha la palabra del Reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino.
Lo sembrado en terreno0 pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no
tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la Palabra, sucumbe.
Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la Palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril.
Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la Palabra y la entiende; ese dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno.

Pistas: También hemos leído hace poco este Evangelio. Por ello hoy tienes la oportunidad de profundizar en lo que significa cada uno de los ejemplos de la parábola del sembrador.
¿En qué te pareces al que escucha pero no entiende? ¿por qué le pasa eso? ¿qué puede hacer para evitarlo?
Y las raíces. Ante las contrariedades y dificultades… ¿Qué puedes hacer para enraizar más profundamente, para ser más fuerte? ¿cuáles son las piedras que no dejan que eches raíz?
Las zarzas. ¿Cuáles son las tuyas? ¿necesitas renunciar a algo? Tal vez hace mucho que no te confiesas. Si ves que hay muchas zarzas significa que estás dejando crecer el pecado en tu vida, que te has acomodado y estás llevando una vida mediocre. Reconocer las zarzas y llamarlas por su nombre es el primer paso para poder arrancarlas.
El objetivo es ser tierra buena, sin piedras ni zarzas. Darás fruto, No te preocupes por cuánto: ciento, sesenta o treinta… no es lo importante. Si has detectado tu superficialidad, tus piedras y tus zarzas tienes por dónde empezar a trabajar. Lo grandioso es la promesa: si acoges la Palabra de Dios como tierra buena darás fruto, y seguirás creciendo porque irás entendiendo y poniendo en práctica lo que Jesús siembra en tu corazón.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.

Jueves 27 de julio

Jueves 27 de julio
XVI semana del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Mateo 13, 10-17

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los discípulos y le preguntaron: ¿Por qué les hablas en parábolas? Él les contestó: A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del Reino de los Cielos y a ellos no.
Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene.
Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender.
Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías: «Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin
ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver
con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure». Dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen.
Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron.

Pistas: “Al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene”. Y esto ¿pudo decirlo Jesús? Pero léelo de nuevo con atención.
A ti, que eres discípulo de Jesús, se te ha concedido conocer los secretos del Reino. Tú ya tienes, y por eso se te dará más. Eres de los de Jesús porque estás bautizado. Ya tienes fe, ya tienes Espíritu Santo, ya tienes dones, ya rezas, ya buscas… Y por eso puedes ver y oír. Porque Dios te ha regalado el don de la fe y lo has acogido. Y por eso Jesús puede curarte, mostrarte el Reino, darte la salvación.
Pero el que ha cerrado los ojos, el que prefiere seguir como siempre, el que cree que lo sabe todo y tiene “embotado el corazón”, ése cada vez estará más perdido. Porque se aparta de la luz y de la verdad, y se encierra en sí mismo.
Ver y oír significa salir de uno mismo, dejarse sorprender. Por eso a ti las parábolas te dan luz, porque “estás en la onda” de Jesús. Por eso poco a poco vas conociendo más a Jesús y su mensaje. Así eres dichoso porque ves y oyes. Y si te sientes un poco perdido, no tengas miedo: mira y escucha, acércate a Jesús y te convertirás, entenderás con el corazón y Jesús te salvará.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.

Miércoles 26 de julio

Miércoles 26 de julio
Santos Joaquín y Ana, padres de la Bienaventurada Virgen María (Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Mateo 13, 1-9

Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago.
Acudió tanta gente, que tuvo que subirse a una barca; se sentó y la gente se quedó de pie en la orilla. Les habló mucho rato en parábolas:
Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron; Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó, y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga.

Pistas: Hace pocos días que leíamos este Evangelio. Que la lectura continua del Evangelio de San Mateo en el tiempo ordinario nos la vuelva a repetir nos da la oportunidad de comprobar algo asombroso de la Palabra de Dios. Cada vez que la leas, si lo haces con fe, con la luz del Espíritu Santo y la aplicas a tu vida, te dirá algo para la situación que estás viviendo. Así que te invito a hacer eso.
Relee el Evangelio pensando en tu vida ¿Qué te quiere decir hoy Dios con su Palabra?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.

Martes 25 de julio

Martes 25 de julio
Solemnidad de Santiago Apóstol, patrono de España

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según san Mateo 20, 20-28

En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: ¿«Qué deseas?» Ella contestó: «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.» Pero Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?» Contestaron: «Lo somos.» Él les dijo: «Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.»
Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.»

Pistas: La posición, el poder, el reconocimiento… Rápidamente detectamos y criticamos cuando los demás viven movidos por el afán de poder, por «trepar» y ser reconocidos. Pero no solemos ser tan ágiles en darnos cuenta cuando nosotros vivimos hacia fuera, para la imagen, o buscando ascender y prosperar.
Hoy Jesús te invita a mirarte a ti mismo: para ser grande hay que servir; para ser el primero hacerse el último. Piensa en qué aspectos tu imagen, tu posición o cargo son más importantes que seguir a Jesús por el camino del amor y el servicio.
Los Apóstoles “se indignaron contra los dos hermanos”. En realidad ellos pensaban igual, querían esos puestos… ¿Cuántas veces en la Iglesia estamos así? ¿cuántas veces sientes que te hacen de menos o que tu puesto debería estar más arriba, más visible…? El camino nos lo marca Jesús. Si quieres ser grande, vive como Él, no dejes que te engañen las excusas o la comodidad, que no te seduzca el afán de reconocimiento o el poder.
Servir, amar y dar la vida, con puestos y sin puestos, reconocido o escondido, eso te hará grande.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.

Lunes 24 de julio

Lunes 24 de julio
XVI del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Mateo 12, 38-42
En aquel tiempo, un grupo de letrados y fariseos dijeron a Jesús: Maestro, queremos ver un milagro tuyo.
El les contestó: Esta generación perversa y adúltera exige una señal; pues no se le dará más signo que el del profeta Jonás. Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo: pues tres días y tres noches estará el Hijo del Hombre en el seno de la tierra.
Cuando juzguen a esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que la condenen, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.
Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra, para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.

Pistas: ¡Cuántas veces queremos que Dios haga las cosas a nuestra manera y con nuestros tiempos! “Queremos ver un milagro tuyo”. En realidad, no quieren conocer a Jesús, ni saber quién es, a pesar de que ya hace signos y milagros en medio de ellos.
Quieren que Jesús entre en sus esquemas y estructuras. Y recibirán el signo más grande: el de Jonás. Pero muchos no serán capaces de reconocerlo porque prefieren seguir acomodados en sus ideas, en sus intereses y en su modo de hacer las cosas.
La muerte y resurrección de Jesús será el signo definitivo. Su victoria sobre el pecado y la muerte lo cambiará todo. Por eso, no hay comparación con lo que ha sucedido antes de Jesús. Cristo revela a Dios de modo pleno. Para poder descubrir esto el camino es encontrarse con Jesús y conocerle. Dejarnos sorprender por Él.
Si quieres meterlo en tus esquemas y estructuras, si quieres que sea tu marioneta ¿podrás llamarle Dios?
Puedes pedirle un milagro ahora: el de encontrarte con Él vivo y resucitado que te llama a convertirte, que quiere hacerte partícipe de su sabiduría, es decir, que quiere revelarte a Dios. Esta puede ser tu oración hoy: Jesús, conóceme, conviérteme, que encuentre el camino y vea tus milagros.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.

Domingo 23 de julio

Domingo 23 de julio
XVI Domingo

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Mateo 13, 24-43
En aquel tiempo, Jesús propuso esta parábola a la gente: El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña? Él les dijo: Un enemigo lo ha hecho. Los criados le preguntaron: ¿Quieres que vayamos a arrancarla? Pero él les respondió: No, que podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega, y cuando llegue la siega diré a los segadores: Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.
Les propuso esta otra parábola: El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.
Les dijo otra parábola: El Reino de los Cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina y basta para que todo fermente.
Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas; anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo.»
Luego dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: Acláranos la parábola de la cizaña en el campo. Él les contestó: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será el fin del tiempo: el Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su Reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.

Pistas: La parábola del trigo y la cizaña. Hasta que llegue el final del tiempo y el Reino llegue a plenitud, el mundo, la Iglesia, tu parroquia, tu comunidad, e incluso tu propia vida es la tierra en la que crecen juntos la cizaña y el trigo. ¿Esperas que la Iglesia sea el lugar de los perfectos, que todos los que van a misa y forman tu parroquia o tu comunidad sean discípulos sin fallos y que no haya «gente mala»…? Pues ésa no es la Iglesia de Jesús. Tenemos que aceptar que en ella habrá trigo y cizaña ¿Esperas a ser perfecto para caminar y amar a Jesús o comprometerte? El trigo y la cizaña crecen juntos. Pero date cuenta de que tú eres el grano de trigo que ha caído en tierra y tiene que morir para dar fruto. Es decir, tienes que dejar que Jesús te transforme para brotar. Y después, crecer hacia Jesús, con la fuerza y poder del Espíritu Santo, y dar fruto.
En lugar de mirar a la cizaña que te rodea (o a la que hay en tu propio corazón) y dejar que te envuelva, tú sólo mira a Jesús, crece, da fruto. Deja que la gracia de Dios actúe en tu corazón y ahogue la cizaña. Haz que tu vida, tu comunidad, tu parroquia, la Iglesia, den fruto por la gracia de Dios. Y olvídate de la cizaña que al final no servirá para nada más que para ser arrancada y echada al fuego. Ésa no es tu preocupación… Sólo acoger al Espíritu Santo y sus dones. Sólo encontrarte con Jesús y vivir como discípulo suyo.
El grano de mostaza y la levadura. Eres pequeño, somos pocos, parece poco trigo, hay mucha cizaña… Da igual. En lo pequeño Dios hace su obra. La más pequeña de las semillas, un poco de levadura en la masa… y sucede algo grande que transforma las cosas, que protege (los pájaros anidan en ella), que se mezcla con la harina y hace que todo fermente. ¿Lo ves? Jesús sigue repitiendo: en lo pequeño, en ti, en tu vida… en tu pequeña comunidad o en tu pobre parroquia se hace presente el Reino. No temas a la cizaña.Tú sólo sé lo que eres por gracia de Dios y darás fruto.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración

Sábado 22 de junio

Sábado 22 de junio
Santa María Magdalena

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según san Juan 20, 1. 11-18
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?»
Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.»
Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?»
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.» Jesús le dice: «¡María!»
Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!»
Jesús le dice: «Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro.”»
María Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto.»

Pistas: María llora. Ve la losa quitada del sepulcro, pero no cree. Ve el sepulcro vacío y ángeles, pero no cree. Ve a Jesús y no cree. Hasta que Jesús la llama por su nombre. Entonces, por fin, le reconoce, por fin comprende que está vivo. Cuando Jesús deja de ser un desconocido, entonces los demás signos cobran sentido.
María llora porque mira al pasado, llora porque no entiende a Jesús: ve sin ver, oye sin entender… Hasta que por fin descubre a Jesús. Esto nos pasa tantas veces en la Iglesia y en nuestra vida personal… Buscamos donde no podemos encontrar y, sin embargo, lo tenemos delante.
A María le mueve el amor, necesita encontrar a Jesús resucitado, comprender quién es. Y a ella que ama tanto a Jesús, que estuvo al pie de la Cruz, el Señor la elige para ser testigo de su resurrección. La envía a los Apóstoles para que les diga que está vivo.
Ahora puedes mirar a tu propia vida, esté como esté tu fe y tu amor a Jesús, veas más o menos, comprendas poco o mucho… acércate a Jesús. Déjale que te llame por tu nombre (que te conozca) y respóndele. Así podrás creer y ser su testigo. Así podrás escuchar lo que Él quiere para ti.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.