Domingo 30 de julio
XVII semana del tiempo ordinario
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según San Mateo 13, 44-52
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El Reino de los Cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra.
El Reino de los Cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran.
Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
¿Entendéis bien todo esto? Ellos le contestaron: Sí. Él les dijo: Ya veis, un letrado que entiende del Reino de los Cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo
Pistas: Jesús continúa hablando en parábolas. Las dos primeras, el tesoro escondido y la perla de gran valor, hacen referencia a la necesidad de posicionarnos ante algo tan valioso como el Reino. ¿De qué sirve encontrarse con Jesús y escuchar su mensaje si eso no implica ningún cambio en tu vida? El valor del Reino es tal que compensa con creces nuestros sacrificios o renuncias. Tampoco valen medias tintas. Hay que tomar postura y decidir. Porque si no es así, da igual el valor que tenga lo que hayas descubierto o encontrado ¿para qué te servirá?
La parábola de la red es parecida a la del trigo y la cizaña. Hay peces de toda clase, porque todos son invitados al Reino, a todos se ofrece la salvación de Jesús. No nos toca decidir quién puede entrar y quién no. Y, al final, habrá un juicio. A veces queremos suavizar el mensaje de Jesús no haciendo hincapié en este aspecto, pero forma parte esencial de su mensaje. Para la eternidad habrá un juicio, según cómo ha sido nuestra actitud hacia Dios y hacia el prójimo.
La última afirmación de Jesús refleja algo que el Evangelio de Mateo intenta mostrar: el Antiguo Testamento ayuda a entender a Jesús y lo anuncia (es lo antiguo que se saca) y Jesús hace todo nuevo. En un sentido más amplio podemos decir que el que entiende el Reino es capaz de sacar de lo antiguo –tradiciones, costumbres, modos de hacer- y de lo nuevo –saber adaptarlo a la sociedad, buscar maneras de hacer nuevo lo fundamental: Jesús y su mensaje-.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.