Sábado 29 de febrero

Sábado, 29 de febrero
Sábado después de ceniza

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Lucas 5, 27-32
En aquel tiempo, Jesús vio a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Los fariseos y los escribas dijeron a sus discípulos, criticándolo: «¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?» Jesús les replicó: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan.»

Pistas: ¿En tu vida hay cosas que deberían mejorar? ¿Cambiar? ¿Sientes que te falta algo para ser feliz, que hay aspectos que deberían ser de otro modo?
Si la respuesta a alguna de las preguntas anteriores es afirmativa, el Evangelio de hoy tiene una buena noticia para ti: Jesús te llama. Y si le respondes entrará en tu casa, en tus cosas, se sentará contigo a la mesa (que en el lenguaje judío significa aceptar a alguien y estar en comunión con él, ya que no se sentaban a la mesa con pecadores o infieles). Jesús te hará de los suyos.
No importa quién hayas sido, lo que hayas hecho, cómo te sientas o cómo estés ahora. Jesús no ha venido a llamar a los que se tienen por justos sino a los pecadores.
Si ves que necesitas salvación, si la enfermedad del pecado está en tu vida o la ves en el mundo, no te rindas, porque Jesús ha venido a llamar a los pecadores y enfermos.
Por eso, esta cuaresma es un tiempo propicio para acercarte a Jesús. Estés como estés, su llamada es para ti. ¿Le invitarás a entrar en tu casa y a sentarse a tu mesa?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Viernes 28 de febrero

Viernes, 28 de febrero
Viernes después de ceniza

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Mateo 9, 14-15
En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?» Jesús les dijo: «¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán.»

Pistas: El ayuno es una práctica común en diferentes religiones y un medio para acercarse a Dios y dominar los propios deseos.
Vamos a acercarnos brevemente a la visión bíblica del ayuno. En el libro del Levítico se dice que el día dedicado al ayuno es El Día de la Expiación. El Antiguo Testamento nos cuenta que frecuentemente se ayunaba sin ningún mandamiento específico en tiempos de dificultad o aflicción, colectiva o individualmente. También como una forma de penitencia o de arrepentimiento, para pedir perdón a Dios o ante un peligro inminente.
El Nuevo Testamento nos cuenta que Jesús ayunó en muchas ocasiones. Antes de comenzar su vida pública ayunó cuarenta días en el desierto. Enseña a sus discípulos a ayunar como un medio para vencer al demonio. Explica que unido a la oración da fuerza y poder al que lo realiza. Pero Jesús no quiere que sea algo meramente ritual y obligatorio, sino un acto libre que lleve al hombre a entregarse más a Dios. Por eso, invita a sus discípulos a buscar el momento oportuno para ayunar.
En la vida de la Iglesia siempre ha tenido importancia. El miércoles leíamos que es uno de los tres consejos que nos da la Palabra de Dios para este tiempo: oración, limosna y ayuno. Entonces, ayunar ¿para qué? Para acercarte más a Dios, para decirle que es más importante que el propio sustento, que los deseos o apetencias. Para sentir incluso físicamente hambre de Dios, para comprender mejor a los pobres, para compartir lo que ayunamos con ellos.
Piensa el mejor modo en que puedes hacerlo. Estamos en un tiempo propicio para ello. La Iglesia aconseja abstenerse de carne los viernes de cuaresma. Los santos nos enseñan que el ayuno es un camino que da mucho fruto y ayuda a crecer espiritualmente. ¿Te animas a probarlo?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Jueves 27 de febrero

Jueves, 27 de febrero
Jueves después de ceniza

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Lucas 9, 22-25
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.»
Y, dirigiéndose a todos, dijo: «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo?».

Pistas: Jesús no hace falsas promesas. El camino que Él propone no es el más fácil, pero sí es el que salva. Es el que hace ganar nada menos que la vida, el que conduce a la felicidad. Y no son sólo palabras. Jesús va delante. No oculta el sufrimiento y les anuncia lo que va a suceder. Y hasta que se encuentren con Él resucitado y reciban la fuerza del Espíritu Santo no podrán entender el alcance de estas palabras.
Jesús enseña que la salvación pasa por seguirle. Y esto tiene unas condiciones: hay que negarse a uno mismo. Si lo piensas bien, las cosas que merecen la pena siempre requieren esfuerzo. Para lograr lo que es verdaderamente importante en la vida uno necesita luchar, esforzarse, renunciar muchas veces a lo que le apetece por lo que realmente quiere hacer o alcanzar. Los padres que cuidan a sus hijos, el estudiante que se esfuerza, el trabajador que lucha por lograr sus objetivos, el que está enamorado y lucha por ese amor, el deportista… Negarse a uno mismo es buscar el bien y la verdad por encima del interés.
Seguir a Jesús implica también cargar con la cruz de cada día. No vivir instalado en la queja o en la desesperación, sino abrirse a la confianza en Dios que es Padre, que es Amor.
Nosotros ya sabemos el desenlace: Dios vence a la muerte, al mal y al pecado. Jesús ya lo hizo por nosotros y Él nos espera al final, en el triunfo definitivo.
Entregando la vida, perdiendo la vida por Él, es como se gana. Podemos poner muchos ejemplos: se gana la vida entregándola como misionero. Se gana la vida renunciando al camino fácil y buscando el bien de los demás por encima de los propios intereses. Se gana descubriendo el camino que Jesús tiene para ti, siguiéndole.
Y es que el mayor tesoro que puedes imaginar es ganar tu propia vida. Y para ello tienes que seguir a Jesús.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a la vida.

Miércoles 26 de febrero

Miércoles, 26 de febrero
Miércoles de ceniza (comienza la Cuaresma)

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Mateo 6, 1-6. 16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará.
Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará.
Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.»

Pistas: Te invito a que respondas a dos preguntas ¿Qué hacer esta Cuaresma? y ¿cómo hacerlo? Para muchos la Cuaresma es una tradición desfasada que consiste en no comer carne los viernes. Ya sabes que es mucho más: conversión, preparación, búsqueda, penitencia, combate contra el mal, oración, ayuno, limosna…
El Evangelio de hoy nos sitúa. ¿Qué hacer?: oración, limosna y ayuno como camino para encontrarnos con Dios y profundizar en nuestra relación con Él.
Practica la justicia, da limosna. Ayuda al que te necesita, también en lo material. No porque eres bueno, no para que te vean, sino porque es justo. Y porque te hace parecerte a Jesús. ¿Qué cristiano serías si cierras los ojos al que te necesita?
Reza. En tiempos de Jesús estaba de moda ser religioso, daba prestigio. ¿Qué está de moda hoy? Tal vez en el ambiente en el que te mueves algunos digan: “Fíjate, qué bueno es, y reza y va a misa”. Piensa en tus motivaciones. ¿Sales en una cofradía en Semana Santa? ¿Por qué? El Evangelio te dice: reza para encontrarte con Dios y eso dará fruto. La oración es un encuentro tuyo con Dios y establecer una relación de amistad con Él.
Ayuna. ¿Para qué? Jesús lo explica en otras ocasiones. Para decirle a Dios que es lo más importante en tu vida, para fortalecer el espíritu y tener poder para vencer el mal, para sentir hambre de Dios, para compartir con el hambriento. Qué bonito si lo que ahorres el día que haces ayuno se lo das a alguien que lo necesita.
La segunda lectura de la misa de hoy dice que es tiempo favorable y es día de salvación, y que no se deje caer en saco roto la gracia de Dios. Otra Cuaresma, otro regalo, otro tiempo favorable y de salvación. Todo está pensado para ayudarte a acercarte a Dios, conocerle, amarle, aprender a vivir como Él nos ha enseñado… ¿Lo dejarás caer en saco roto?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

I Domingo de Cuaresma

Evangelio según San Mateo 4,1-11.
Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el demonio.
Después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, sintió hambre.
Y el tentador, acercándose, le dijo: «Si tú eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes».
Jesús le respondió: «Está escrito: El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios».
Luego el demonio llevó a Jesús a la Ciudad santa y lo puso en la parte más alta del Templo, diciéndole: «Si tú eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Dios dará órdenes a sus ángeles, y ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra».
Jesús le respondió: «También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios».
El demonio lo llevó luego a una montaña muy alta; desde allí le hizo ver todos los reinos del mundo con todo su esplendor, y le dijo: «Te daré todo esto, si te postras para adorarme».
Jesús le respondió: «Retírate, Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto».
Entonces el demonio lo dejó, y unos ángeles se acercaron para servirlo.

Lunes 24 de febrero

Lunes, 24 de febrero
VII Semana del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Marcos 9, 13-28
En aquel tiempo, cuando Jesús hubo bajado del monte, al llegar adonde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor, y a unos letrados discutiendo con ellos. Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo.
Él les preguntó: ¿De qué discutís? Uno le contestó: Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar; y cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que lo echen, y no han sido capaces.
Él les contestó: ¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo. Se lo llevaron.
El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; cayó por tierra y se revolcaba echando espumarajos.
Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto? Contestó él: Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y el agua para acabar con él. Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos.
Jesús replicó: ¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe. Entonces el padre del muchacho gritó: Tengo fe, pero dudo, ayúdame.
Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo: Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Vete y no vuelvas a entrar en él. Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió.
El niño se quedó como un cadáver, de modo que la multitud decía que estaba muerto. Pero Jesús lo levantó cogiéndolo de la mano, y el niño se puso en pie.
Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas: ¿Por qué no pudimos echarlo nosotros? Él les respondió: Esta especie sólo puede salir con oración y ayuno.

Pistas: La presencia de Jesús lo transforma todo. Sus discípulos no fueron capaces de ayudar a aquel hombre que buscaba a Jesús y Él les recrimina su poca fe, porque si hubieran tenido fe…
Entonces ¿qué hacer para tener más fe? Porque “todo es posible al que tiene fe”. Primero, encontrar a Jesús. Acércate a Él, búscalo. Busca a Jesús en la oración, corre hacia Él y cuéntale tus cosas. Buscan a Jesús porque lo necesitan. Ésta es otra clave: ¿necesitas a Jesús en tu vida? Si no lo necesitas, no lo buscarás.
También hay un momento en que pide fe: Señor, creo, pero dudo, ayúdame. ¿Dudas? ¿a veces tu fe es tibia y tu confianza pequeña? Ora y pide. Grita al Señor. Porque la fe es un don.
Y, Jesús, enseña: ¿quieres ver los frutos de la fe? ¿quieres ver las maravillas de Dios en tu vida? Ora y ayuna. Porque los dones de Dios son también una tarea y traen consigo un estilo de vida. Ora y ayuna, dicho de otro modo, acércate a Dios y entra en su presencia, relaciónate con Él –ora- y dile que es lo más importante en tu vida, tanto que estás dispuesto a sentir hambre de Él –ayuna-. En otras ocasiones hemos explicado qué es el ayuno y para qué sirve. Se trata de decirle a Dios y a ti mismo el lugar que quieres que Dios ocupe en tu vida. No es un chantaje, ni hacer méritos, ni magia… es un acto de entrega y humildad, un modo de poner a Dios en el centro y ofrecerle tu vida entera, también tus deseos y necesidades.
Y la oración. La clave de la vida de fe. Sin ella la dimensión de la relación y la confianza en Dios es imposible. Ora poniéndote en presencia de Dios, alabándole por lo que es y por lo que hace, adorándole al entrar en su misterio, intercediendo cuando veas necesidades a tu alrededor o en ti y las lleves ante Él… “Todo es posible para el que tiene fe”.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Domingo 24 de febrero

Domingo, 23 de febrero
VII Semana del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Mateo 5, 38-48
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
—Sabéis que está mandado: «Ojo por ojo, diente por diente.» Pues yo os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas. Habéis oído que se dijo:
—Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo.
Yo, en cambio, os digo:
Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los paganos? Por tanto, sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto.

Pistas: ¿Jesús manda a sus discípulos ser tontos y débiles? ¿Puede mandar ser cobardes? Al contrario, propone el camino más difícil, el del amor, el de ser como El camino de elegir amar.
El amor no es sólo un sentimiento, también es una decisión, un acto de la libertad y de la razón. Yo puedo elegir amar al que me ofende, me hace daño, no se lo merece… puedo elegir desearle el bien, pedir por su conversión, no devolverle mal por mal, ayudarle, perdonarle… Porque en el fondo, si lo piensas bien, ¿quién sufre más, el que odia o el que es odiado? ¿el que no perdona y carga con ese peso o el que ha ofendido?
Las faltas de amor, aunque muchas veces parecen victorias, no son más que cargas y sufrimientos, ponen barreras para poder relacionarte con Dios, con los demás y contigo mismo. Jesús te dice hoy: sé perfecto como tu Padre celestial es perfecto. Vive en su amor, porque tú eres un hijo, una hija, de Dios. Tú eres amado, perdonado y elegido por Dios. Y tienes el poder y la fuerza del Espíritu Santo para vivir en camino de perfección como te pide el Evangelio.
Ama y sé libre. Ama y cambia el mundo. Elije amar cuando no lo sientas, decide amar al que no se lo merece, perdonar al que te ha ofendido, dar al que no te podrá devolver…. La invitación de Jesús es a una vida extraordinaria, si la aceptas verás cómo surge un mundo nuevo a tu alrededor.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Sábado 22 de febrero

Sábado, 22 de febrero
Cátedra de San Pedro, apóstol

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Mateo 16, 13-19
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

Pistas: Jesús pregunta a sus discípulos -que ya le siguen, son sus amigos y serán sus testigos- quién dice la gente que es Él. Y más importante, quién dicen ellos que es.
Puedes hacerte estas mismas preguntas. Tú, que tal vez sigues a Jesús, crees en Él, intentas vivir como discípulo suyo, puedes preguntarte: ¿qué dice nuestra sociedad de Jesús? ¿quién es Jesús para ellos? Y, más importante, ¿quién es para ti?
La respuesta de Pedro nos enseña que para conocer verdaderamente a Jesús no basta una información teórica. Incluso no es suficiente estar con Él. Hace falta la fe. Hace falta la gracia de Dios, que Dios lo revele.
Pedro encuentra su propia identidad en el encuentro con Jesús: “Tú eres Pedro”. Encontrarse con Jesús, acercarse al misterio de Dios, hará que descubras verdaderamente quién eres. Y hará que aparezca (tal vez ya lo ha hecho) un camino en tu vida. Y la respuesta a las preguntas: por qué y para qué. La existencia no es ver pasar los días sino encontrar un propósito. Y cuando Dios pide algo da la capacidad para hacerlo, como se la dio a Pedro.
Jesús funda su Iglesia, en la que Pedro tiene un papel importante. Recuerda que le negó, que tuvo dudas, que muchas veces no comprendía quién era Jesús. Sin embargo, confió en él para organizar y acompañar a la Iglesia cuando Jesús ya no estuviese físicamente. Aprovecha este Evangelio para rezar por la Iglesia, a la que el poder del infierno no podrá derrotar, así como por el Papa (sucesor de Pedro) y la misión que Jesús le dio.

Relee el Evangelio escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Viernes 21 de febrero

Viernes, 21 de febrero
VI Semana del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Marcos 8, 34-39
En aquel tiempo, Jesús llamó a la gente y a sus discípulos y les dijo: el que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Mirad, el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.
Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla? Quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta época descreída y malvada, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él cuando venga con la gloria de su Padre entre sus santos ángeles.
Y añadió: os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto llegar el reino de Dios en toda su potencia.

Pistas: Ayer leíamos las palabras tan duras que Jesús dirigía a Pedro cuando éste le recriminaba el anuncio de su pasión: “¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!”.
Hoy Jesús continúa hablando del camino que propone a sus discípulos. No es el de las glorias humanas, el del materialismo y la superficialidad, el de la magia o los atajos que tanto nos atraen. Tampoco el de quejarse, echar la culpa a las situaciones o a las personas de lo que está mal en tu propia vida. Ni el de buscar siempre satisfacer los propios deseos.
Jesús te invita a ir con Él. Ésa es su propuesta. ¿Qué tendrás que hacer? Negarte a ti mismo. Es decir, no hacer siempre lo que nos apetece, lo que se nos presenta como la mejor opción, sino buscar la verdad y lo que es verdaderamente bueno. Esto se entiende muy bien con ejemplos: el deportista tiene que negarse a sí mismo para esforzarse y entrenar, los padres para luchar por los hijos, los esposos para crecer en amor mutuo, el estudiante para no vaguear… Todo esto es negarse a uno mismo: salir del yo y mirar lo que nos rodea, encontrar a Dios y a los demás y, curiosamente, así encontrarse a uno mismo.
Cargar con la cruz es evitar caer en la queja, en la desesperación o en la desconfianza hacia Dios. Estamos en sus manos, aunque la situación no sea fácil, o sea dura o dolorosa, la cruz no es sino el camino a la resurrección.
Sólo en Jesús hay salvación. Sólo Él es el camino, la verdad y la vida. Por eso ¿de qué sirven las cosas de esta vida sin Jesús? ¿de qué sirven sin verdad, sin vida, sin encontrar el camino? ¿de qué sirven sin amor, sin paz, sin esperanza, sin fe?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Martes 18 de febrero

Martes, 18 de febrero
VI Semana del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Marcos 8, 14-21
En aquel tiempo, a los discípulos se les olvidó llevar pan, y no tenían más que un pan en la barca. Jesús les recomendó: Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes. Ellos comentaban: Lo dice porque no tenemos pan. Dándose cuenta, les dijo Jesús: ¿Por qué comentáis que no tenéis pan? ¿No acabáis de entender? ¿Tan torpes sois? ¿Para qué os sirven los ojos si no veis, y los oídos si no oís? A ver, ¿cuántos cestos de sobras recogisteis cuando repartí cinco panes entre cinco mil? ¿Os acordáis? Ellos contestaron: Doce ¿Y cuántas canastas de sobras recogisteis cuando repartí siete entre cuatro mil? Le respondieron: Siete. El les dijo: ¿Y no acabáis de entender?

Pistas: Jesús avisa a sus discípulos que no quiere que vivan en función de intereses, de triunfos humanos, para lo material o el poder. Ésa es la levadura de los fariseos y de Herodes. Y si se permite que entre, hace que todo cambie y que se estropee. Así sucede. Un poco de levadura fermenta toda la masa. Por eso Jesús es tan exigente: ¿en quién ponéis vuestra confianza, vuestra felicidad? ¿cuál es la verdad? ¿dónde la ponen los fariseos y los de Herodes? ¿y dónde la pone Jesús?
Jesús quiere que comprendan la diferencia entre el modo de hacer las cosas que Él tiene y el que propone el mundo (los de Herodes) o la religiosidad mal entendida (los fariseos). También tú tienes que elegir. La levadura de Jesús da un pan de vida, un pan que alimenta, que sobra, que es para todos… la de los fariseos y herodianos sólo destruye, divide.
Jesús te invita hoy a examinar qué levadura está presente en tu vida o en tu comunidad. Y los frutos de una y otra. Para finalmente tomar una decisión, por Jesús o por el mundo, las apariencias o una religiosidad equivocada y vacía.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.