Viernes 28 de julio

Viernes 28 de julio
XVI semana del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Mateo 13, 18-23

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador: Si
uno escucha la palabra del Reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino.
Lo sembrado en terreno0 pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no
tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la Palabra, sucumbe.
Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la Palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril.
Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la Palabra y la entiende; ese dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno.

Pistas: También hemos leído hace poco este Evangelio. Por ello hoy tienes la oportunidad de profundizar en lo que significa cada uno de los ejemplos de la parábola del sembrador.
¿En qué te pareces al que escucha pero no entiende? ¿por qué le pasa eso? ¿qué puede hacer para evitarlo?
Y las raíces. Ante las contrariedades y dificultades… ¿Qué puedes hacer para enraizar más profundamente, para ser más fuerte? ¿cuáles son las piedras que no dejan que eches raíz?
Las zarzas. ¿Cuáles son las tuyas? ¿necesitas renunciar a algo? Tal vez hace mucho que no te confiesas. Si ves que hay muchas zarzas significa que estás dejando crecer el pecado en tu vida, que te has acomodado y estás llevando una vida mediocre. Reconocer las zarzas y llamarlas por su nombre es el primer paso para poder arrancarlas.
El objetivo es ser tierra buena, sin piedras ni zarzas. Darás fruto, No te preocupes por cuánto: ciento, sesenta o treinta… no es lo importante. Si has detectado tu superficialidad, tus piedras y tus zarzas tienes por dónde empezar a trabajar. Lo grandioso es la promesa: si acoges la Palabra de Dios como tierra buena darás fruto, y seguirás creciendo porque irás entendiendo y poniendo en práctica lo que Jesús siembra en tu corazón.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.