Miércoles, 20 de septiembre
Santos Andrés Kim Taegon, presbítero, Pablo Chong Hasang, y compañeros mártires
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según San Lucas 7, 31-35
En aquel tiempo, dijo el Señor: ¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién los compararemos? Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a otros: «Tocamos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no lloráis» Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que tenía un demonio; viene el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: «Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de recaudadores y pecadores». Sin embargo, los discípulos de la sabiduría le han dado la razón.
Pistas: Ser discípulo de la sabiduría significa ver la verdad más allá de los modos, más allá de los prejuicios. Es poder conocer los planes salvíficos de Dios. La sabiduría nos llevará a ser verdaderamente libres, a conocer con más profundidad la realidad de nuestro mundo, de nuestra propia vida y de Dios. Juan el Bautista preparó el camino a Jesús, que reveló plenamente quién es Dios. No sólo como ideas sino como vida, como relación. Tanto que se entregó por nosotros, nos dio el Espíritu y nos abrió de par en par la puerta del cielo.
No siempre es fácil enfrentarse a la verdad venciendo los prejuicios, los propios intereses o los miedos. Darle la razón a otro, aunque sea Otro con mayúsculas, aunque sea Dios, implica vencerse a uno mismo, cambiar. Por eso, esta lectura puede ayudarte a pensar a quién te pareces: a los niños de la parábola o a los que se encuentran con la sabiduría y se vuelven sus discípulos.
Pero Jesús también nos dice que elegir el camino de la sabiduría nos impedirá estar acomodados o vivir en una mentira. Y aunque tengas que luchar, adaptarte a una forma distinta de pensar y actuar -como los ojos cuando pasan de la oscuridad a la luz o alguien que está enfermo y sana y se levanta- encontrarás vida, libertad, alegría, verdad, luz… Encontrarás a Dios y te encontrarás a ti mismo.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.