Miércoles 21 de junio
San Luis Gonzaga, religioso
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según San Mateo 6, 1-6. 16-18
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial.
Por tanto, cuando hagas limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará.
Cuando recéis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Cuando tú vayas a rezar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará.
Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los farsantes que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.
Pistas: Jesús continúa enseñando a sus discípulos que Él no quiere una religión de cumplimiento externo ni de ritos vacíos o tradiciones que ya han perdido el sentido. ¿Quieres una religiosidad auténtica, lejos de fariseísmos e hipocresías, que te haga crecer como persona, que te haga conocer a Dios? Jesús te invita hoy a descubrir el sentido profundo de las prácticas religiosas. El criterio no es, ni puede ser, la rutina, el “siempre se ha hecho así”, o el qué dirán.
Jesús habla hoy de dar limosna, rezar y ayunar. Las tres nos ayudan a crecer. Con respecto a nuestra relación con el prójimo y con la sociedad, dar limosna es compartir lo que tenemos -no sólo lo material- con el que lo necesita. Con respecto a Dios, la oración no se limita a cumplir con la misa y con las oraciones que me he comprometido o acostumbrado a hacer cada día. La oración es la clave para poder vivir como discípulos de Jesús. Es la clave para que el Espíritu Santo habite en nosotros y nos regale sus dones. Es la clave para entrar en relación con Dios. Y, por último, con respecto a uno mismo, el ayuno sirve para decirte a ti mismo que Dios es lo más importante en tu vida, que tienes hambre de Dios, tanta que quieres hasta sentirlo físicamente. Como ya hemos explicado en otras ocasiones, no es chantajear a Dios o ganarte su favor, porque Dios ya te ama y no necesitas ganártelo. Ayunar simplemente es recordarte a ti mismo que Él es más importante, que con Él nada te falta. La vida de los santos nos enseña cuánto hace crecer esta práctica.
No ser hipócrita, ser auténtico, ir a lo profundo. Dar limosna, orar y ayunar. Jesús te propone hoy este camino. Si ya has decidido seguirlo revisa cómo va tu fidelidad. Si tienes dudas, atrévete. Hoy Jesús te recuerda que esto no lo puedes hacer por aparentar y que tampoco son recetas mágicas. Aquí se trata de vivir, de crecer, de profundizar, de amar. ¿Te atreves?
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.