Martes 21 de junio
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según San Mateo 5, 43-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo.
Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian.
Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestro hermano, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los paganos? Por tanto, sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto.
Pistas: Jesús nos dice a sus discípulos: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”.
¿Amar a los enemigos? ¿hacer el bien a los que te aborrecen? y ¿rezar por los que te persiguen o calumnian? ¿Quién puede hacer esto? El cristianismo no te dice: “No robes ni mates y ya está” o “tú cumple con lo externo y te llega”. Al contrario, te propone un camino de perfección porque eres hijo de Dios, tienes el Espíritu Santo y Jesús ha dado su vida por ti. La propuesta de Jesús es ser el camino para entrar en la vida de Dios y que Dios entre en tu vida. Y esto implica que no puedes vivir de cualquier modo. Jesús cambia los criterios al poner por encima de todo lo demás el amor y el perdón.
¿Te has acomodado? ¿te estás conformando con menos de lo que Dios te ofrece y te pide? Pues entonces no estás siendo discípulo de Jesús. No estás siendo cristiano.
¿Qué haces de extraordinario? Si acoges el Espíritu Santo, si en Jesús encuentras la verdad, el camino, la vida, la libertad, la luz. Si por medio de Jesús llegas al Padre, tu vida cambiará. Vivirás en el amor, sabrás que Jesús está contigo todos los días hasta el fin del mundo. Experimentarás que en lo que Él ha vencido, tú también sales vencedor. Tú eres hijo de Dios, estás lleno del Espíritu Santo (de Dios mismo) y tienes sus dones para que puedas crecer día a día en perfección, en santidad.
¿Te atreves a seguir a Jesús? ¿Te atreves a vivir algo extraordinario?
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.