Martes 9 de mayo
IV semana de Pascua
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según san Juan 10, 22-30
Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón. Los judíos, rodeándolo, le preguntaban: «¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente.»
Jesús les respondió: «Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois ovejas mías. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatara de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»
Pistas: La clave está en ser de las ovejas de Jesús (recuerda que esto no significa pertenecer a una masa sin personalidad sino la posibilidad de tener fe, de conocer a Jesús, de seguirle, ser de los suyos).
Los fariseos tenían un prejuicio sobre Jesús: no es el Mesías. No querían creer. Ven las obras de Jesús pero ellos siguen encerrados en su idea. Ni siquiera cuando los soldados que custodiaban el sepulcro cuentan que está vacío son capaces de reconocer su error y les sobornan para que mientan. Tienen otros intereses. Siguen a otro pastor.
Ser de Jesús, ser oveja suya, significa conocerle (no es saberse unas teorías, sino establecer una relación personal. Por eso dura toda la vida. Por eso en ella se crece, se aprende, se ama, se siente, se falla…). Ser de Jesús significa que el Padre te ha llamado, que Dios te ha dado el don de la fe, que eres de los suyos porque Él te ha elegido. No es algo que te ganes, es algo que Dios te regala. Pero al mismo tiempo implica un estilo de vida. Y tal vez signifique también romper con cosas de tu pasado. Ser de Jesús significa seguirle y recibir su vida, vida eterna. Y también que el mal no va a vencer en tu vida porque estás en manos de Dios, porque el Padre «supera a todos» y no va a permitirlo.
Deja que el Evangelio te hable. ¿Quieres ser de los de Jesús? Si tu fe está floja, pídesela. Si no reconoces sus obras a tu alrededor, pídele que te abra los ojos. Si te cuesta seguir a Jesús, pídele conocerle más y esfuérzate por hacerlo. Si necesitas más vida, si estás atravesando dificultades, recuerda que eres de Jesús, que eres de Dios. Y ten presente que “Nadie puede arrebatarte de su mano”.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.