Lunes 14 de agosto
San Maximiliano María Kolbe, presbítero y mártir.
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según San Mateo 17, 21-26
En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos la Galilea, les dijo Jesús: Al Hijo del Hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día. Ellos se pusieron muy tristes.
Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas? Contestó: Sí. Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños? Contestó: A los extraños.
Jesús le dijo: Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no darles mal ejemplo, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti.
Pistas: Aunque nos hemos saltado unos cuantos capítulos, ayer leíamos la confesión de los discípulos de Jesús: Realmente eres Hijo de Dios. Y hoy Jesús anuncia su muerte y resurrección. No engaña a sus discípulos. Ve que no puede terminar bien y les prepara. Éste es el segundo anuncio que Jesús hace de su muerte. En el primero Pedro reacciona diciendo que es imposible, que eso no puede pasarle a Él (porque no pueden entender un Mesías que no sea triunfante al modo humano) y recibe una contestación muy dura de Jesús. En este segundo anuncio Mateo nos dice que se entristecen. Van asumiendo qué va a ocurrir pero lamentan no poder cambiar el curso de los acontecimientos.
A continuación, Mateo nos cuenta un acontecimiento curioso. El impuesto de las dos dracmas era para el Templo. Los judíos hacen esta pregunta a Pedro para saber la posición de Jesús al respecto. Además, en esta época Roma no cobraba impuestos a los ciudadanos romanos; los ingresos del gobierno se obtenían mediante los tributos que pagaban los aliados, las provincias y los reinos que dependían de ellos.
Para Jesús lo material no tiene demasiada importancia. A Él le importa que su mensaje transforme el interior de las personas y desde ahí lo demás cambiará. Su postura en este tema es que ellos están exentos de ese pago. Pero también que para Él son más importantes otras cosas como mantener la paz y dar ejemplo. Y el “milagro”, la “casualidad” del pez y la moneda, hace pensar que no va a faltar el modo de cumplir con los deberes.
Fiarse de Jesús nos llevará a cosas sorprendentes. Nos llevará a mirar más allá de nuestros derechos, al bien de los demás. Nos abrirá los ojos a una perspectiva distinta de la vida. Y, si seguimos a Jesús, descubriremos que Él nunca falla.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.