Viernes 21 de abril

Viernes 21 de abril
Octava de Pascua

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según san Juan 21, 1-14

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar.»
Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo.»
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada.
Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?»
Ellos contestaron: «No.»
Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.»
La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: «Es el Señor.»
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces.
Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de coger.»
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: «Vamos, almorzad.»
Ninguno de los discípulos se abrevia a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.

Pistas: “Me voy a pescar”. Pedro, al que Jesús había hecho pescador de hombres, vuelve al pasado, a pescar peces. Pero es infructuoso. Agotados, tras toda la noche intentándolo, no han cogido nada.
Todo cambia cuando aparece Jesús. Le escuchan y le obedecen. Todavía no saben que es Él. Echan las redes donde ese desconocido les manda. Y, entonces, se dan cuenta: ´”Es el Señor”. Él ha cambiado las cosas. El fracaso de la cruz se ha convertido en triunfo. La tristeza y la desesperación, en gozo y esperanza. La noche ha pasado y llega la mañana, y con la mañana la luz de Jesús. Y donde no había frutos, comienzan a aparecer.
Es muy bonito el detalle que viene a continuación. Jesús les tiene encendidas unas brasas con pescado y pan. Pero también les pide de los suyos, que habían pescado gracias a Él. En realidad, todo es gracias a Jesús. Él les tiene preparado el alimento y les manda alimentarse. Les enseña que no tienen que volver a lo de antes, que se fíen de Él. Jesús ha hecho todo nuevo. No van a quedar sin fuerzas, no van a estar perdidos.
Jesús quiere que se abran a la novedad de la Resurrección. ¿Cuántas veces tenemos la tentación de quedarnos anclados en el pasado? Volvemos a la zona de confort, a lo fácil, a lo que nos había dado resultado antes porque además es lo conocido, la rutina…
Pero Jesús te propone un camino nuevo: entrar en la senda de la gratuidad y la fidelidad. Dios no falla, ha resucitado a Jesús, ha vencido. Te ofrece participar de esa victoria. Pero tienes que dejar las redes y seguirle. ¿Lo harás?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.