Jueves 20 de abril
Octava de Pascua
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según san Lucas 24, 35-48
En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros.»
Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo: «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.»
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: «¿Tenéis ahí algo de comer?»
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: «Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.»
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.»
Pistas: Jesús se presenta en medio de sus discípulos cuando están dando testimonio de lo sucedido. Necesitan entender que es el mismo Jesús que vivió con ellos, que murió en la cruz y que fue sepultado. No es un fantasma o un espíritu. Jesús resucitado es el mismo, pero no lo mismo. No es un cadáver que ha revivido sino Jesús glorificado, elevado, por Dios.
¿Por qué sucede todo esto? ¿Por qué Jesús les dice que le den de comer? La clave está al final de este Evangelio. Estos hombres tienen que ser testigos de lo que ha sucedido. Es Jesús, realmente, no una mera apariencia, un recuerdo, una sombra o un fantasma. Es el hombre Jesús resucitado.
La fe cristiana no se basa en unas revelaciones particulares a personas conectadas con Dios, o en una reflexión o ideología. El fundamento de la fe es la experiencia de encuentro con el resucitado, que sirve de clave para entender la Escritura y la vida misma de Jesús. Que les llevará a experimentar la vida nueva que trae Jesús resucitado y –como iremos viendo en la Pascua- el Don de los dones, el Espíritu Santo.
El tiempo de Pascua te invita a establecer una relación viva con Jesús. El testimonio que la Palabra de Dios y la Iglesia nos dan de Cristo se convierte en experiencia de encuentro con Jesús. Como dice el Evangelio de hoy, estaban escuchando a aquellos que habían reconocido a Jesús resucitado y entonces “se presenta en medio de ellos”. Tal vez te cueste reconocerlo, tal vez te cueste entender, pero su paz y su luz, su testimonio en ti, te harán comprender que ¡Jesús está vivo!
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.