Viernes 1 de diciembre
XXXIV semana del tiempo ordinario
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según San Lucas 21, 29-33
En aquel tiempo, puso Jesús una comparación a sus discípulos: Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que la primavera está cerca. Pues cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. Os aseguro que antes que pase esta generación, todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán.
Pistas: La presencia del Reino de Dios es tan evidente como las realidades que podemos ver y tocar. Sólo hay que aprender a mirar con los ojos de la fe. Porque el Reino de Dios es Jesús y su salvación que continúa actuando en el mundo por el Espíritu Santo.
El reinado de Dios ya está sucediendo. La muerte y resurrección de Cristo lo cambió todo. De tal modo que, en medio de las calamidades, de las cruces, de los sufrimientos, suceda lo que suceda en el mundo y en tu vida, Dios está reinando. Jesús ha hecho nuevas las cosas, el Espíritu Santo lo hace todo nuevo. Y tú estás invitado a aprender a mirar de un modo distinto para entrar en el Reino.
Si estás cerca de Jesús podrás reconocer los brotes del Reino en tu vida y en el mundo. Son una señal para ti, que sabes mirar, porque las cosas del mundo cambian -no son firmes ni seguras-, pero la Palabra no pasa y no falla. El mundo pasará, pero no lo que Jesús ha hecho ni la salvación que nos llega a través de Él.
El Reino es siempre actual. Ésta es la generación del Reino, es para nuestra generación, la nueva Jerusalén, la que Cristo ha ganado con su victoria. No sólo para los que vieron caer a Jerusalén. En esta generación hay gente que está viendo cómo Dios construye su Reino en medio de los avatares, sufrimientos, calamidades, pecados… En el fondo se trata de aprender a mirar desde la fe, la esperanza y el amor cómo Dios forma su Reino en mi corazón, en la Iglesia y en el mundo.
¿Cómo? Reza, pide a Dios que puedas ver su acción en ti y en lo que te rodea, da gracias, porque este Reino se hace presente en ti estando cerca de Jesús y con la fuerza del Espíritu Santo.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.