Miércoles 16 de agosto

Miércoles 16 de agosto
XIX semana del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Mateo 18, 15-20
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.
Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.
Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

Pistas: La corrección fraterna: ¿Cómo corregir al hermano que peca? Lo primero que debemos pensar es que, según Jesús, nos tiene que importar lo que los hermanos (los de mi Iglesia, parroquia, comunidad, familia) hacen con su vida. Y, a los demás, lo que yo hago con la mía. Así que, forma parte de la vida cristiana ser capaz de corregir y ser corregido.
Esto no busca mostrar los defectos del otro, ni sentirnos mejores, ni echar en cara nada… lo que debe buscar es salvar al hermano. Por eso, cuando corrijas a alguien hazlo después de rezar, que sea Jesús quien te ilumine y no una consecuencia de que tú estés enfadado ni porque quieras imponer tu visión de las cosas, sino porque quieres mostrarle la verdad de lo que está viviendo. Quizás esto nos suene extraño porque no estamos acostumbrados a hacerlo. Pero el Evangelio de hoy nos dice que si queremos ser Iglesia, tenemos que corregir y ser corregidos como hermanos, incluso por la comunidad si es necesario. Se trata de buscar por todos los medios que el que se ha perdido en la oscuridad del pecado pueda ver: primero tú solo, luego lleva un testigo, luego la comunidad, nos dice este Evangelio.
Si no corriges serás cómplice del mal y del pecado que ves a tu alrededor. Y, si lo haces, la responsabilidad no será tuya, ni de la comunidad. Si te dejas corregir, crecerás y podrás acoger la salvación de Jesús. Jesús da a la comunidad el poder de atar y desatar. Como anteriormente había hecho con Pedro. Las decisiones no serán arbitrarías sino con el mismo poder de Jesús.
Finalmente, recoge Mateo una frase de Jesús sobre la oración de petición o de intercesión. Y sobre su presencia en la comunidad unida en oración. Con estas dos frases te propongo un ejercicio: ponlas en práctica con fe y verás que la Palabra de Dios no falla. Con tu marido o tu mujer, con tus hijos, con tus amigos… Cuando te cuenten un problema, cuando necesiten algo, reza con esa persona. Una de las experiencias bonitas que he tenido es precisamente terminar algunas conversaciones con un momento de oración, con palabras muy sencillas, recogiendo lo que hemos hablado. Prueba y verás.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.