Jueves 30 de marzo

Jueves 30 de marzo
IV de cuaresma

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según san Juan 5, 31-47
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es válido. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es válido el testimonio que da de mí.
Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz.
Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar; esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado.
Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su semblante, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no le creéis.
Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros.
Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ése si lo recibiréis.
¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no dais fe a sus escritos, ¿cómo daréis fe a mis palabras?»

Pistas: ¿Quién da testimonio de Jesús? Sus obras que son las del Padre que le ha enviado, el mismo Padre da testimonio de Él, las Escrituras, Moisés que lo anunció y Juan el Bautista que dio testimonio de la luz que no se apaga. Pero los judíos tienen el corazón cerrado y aún con Jesús presente prefieren teorizar antes que reconocerle. El cambio de mentalidad que les propone no entra en sus esquemas. Y les dirige palabras muy duras: “Os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros”, “su palabra no habita en vosotros, porque al que Él envió no le creéis”, “aceptáis la gloria unos de otros”… Todas estas acusaciones pueden servirnos para hacer examen de conciencia: ¿Qué hay de fariseo en mi vida? ¿me engaño a mí mismo, me justifico para no tener que cambiar? ¿vivo en la mentira? ¿busco glorias humanas? ¿el amor de Dios habita en mí? ¿se manifiesta ese amor en mi relación con Dios y con los demás? ¿busco a Jesús o unas ideas y teorías?
Sólo en Jesús hay vida y salvación. Sólo a través de Él se puede encontrar la verdad y llegar a Dios. ¿Quieres tener vida? Acude a Jesús. Él es la luz que no se apaga. Al acercarte es posible que veas tu pecado, tu pobreza y debilidad, y tengas que enfrentarte a ellos. No te asustes, no temas, porque Jesús vino a salvar y perdonar, a dar vida nueva al que está perdido.
La cuaresma es dejarse amar, dejar que el amor de Dios esté en ti y te transforme. Que el Espíritu Santo habite en ti. Como siempre, esto es gratis, es regalo, no se compra ni se pueden hacer méritos para obligar a Dios a dártelo; pero requiere tu esfuerzo, tu acogida, todo tu ser y todo lo que haces. Si te encuentras con Jesús, si te acercas a Él, tu fe dejará de ser una tradición o una filosofía y pasará a ser un modo de vivir. No será algo externo sino profundo. No será una obligación sino algo tan necesario como respirar. Será Vida.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.