Domingo 7 de mayo

Domingo 7 de mayo
IV domingo de Pascua

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Juan 10, 1-10

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí sé salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.

Pistas: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante”. San Juan repite de muchas maneras que Jesús, la fe en Jesús, vivir en Jesús, es el único camino hacia la salvación. Fuera de Él no hay más que muerte y sufrimiento. Hoy, las imágenes del pastor y el pastoreo nos llevarán al centro del mensaje.
Cuando se escribe este Evangelio se pastoreaba de la siguiente manera: durante el día cada pastor llevaba su rebaño a sus pastos y por la noche a un redil común donde se turnaban o contrataban un guarda para proteger la puerta y defender al rebaño de ladrones y lobos. A la mañana siguiente cada pastor llamaba a sus ovejas y acudían las que conocían su voz, pero no el resto. Y los que intentaban robar el ganado se colaban por el muro porque en la puerta estaba el guardia.
Por eso dice Jesús: “Yo soy la puerta: quien entre por mí sé salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos”. Lejos de Jesús no hay vida, sólo mentira y engaño, sólo hambre sin posibilidad de ser saciada. Lejos de Jesús el pecado nos promete la felicidad. Si el centro de tu vida es el materialismo, el placer, el éxito, la imagen, el poder, los propios deseos y caprichos… todo esto no entra por la puerta porque son mentiras que nos prometen lo que no nos pueden dar. Por eso el pecado siempre esclaviza (“roba”), hace sufrir (“hace estrago”) y lleva a la autodestrucción (“mata”). Como dicen los muchachos del Seminario menor: “Van a lo falso”. El pecado aparenta una cosa y es otra.
Seguir a Jesús es exigente. El rebaño no supone ser borregos sin personalidad. Jesús dice que habrá libertad en seguirle (podrán entrar y salir). Pero también te dice que, si eliges este camino, tendrás vida abundante y tu hambre (la necesidad de plenitud y sentido) será saciada en pastos. Para lograr esto el único camino es permitir que Jesús sea tu Pastor. Todo pasa por Jesús. Entrar por Él es el camino a la vida. ¿Quieres vivir?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.