Domingo 30 de agosto

Domingo, 30 de agosto
XXII domingo del tiempo ordinario, ciclo A

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según San Mateo 16, 21-27
En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los senadores, sumos sacerdotes y letrados y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:
—¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.
Jesús se volvió y dijo a Pedro: Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios.
Entonces dijo a los discípulos: El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si malogra su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla?
Porque el Hijo del Hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.

Pistas: Poco antes de lo que nos narra el relato de hoy, Jesús había preguntado a sus discípulos ¿vosotros quién decís que soy yo? Y Pedro había respondido: “El Mesías, el hijo de Dios vivo”. Jesús le llama la roca sobre la que edificará su Iglesia. Y acto seguido, este jarro de agua fría. El camino de Jesús pasa por la cruz, por el desprecio y la muerte. Pasa por entregar la vida hasta el extremo.
Muchas veces en nuestra manera de imaginar la acción de Dios, el Reino, cómo debería ser el Mesías, nos pasa como a Pedro: no queremos cruz, ni sufrimiento, ni dificultades. Nos parece incompatible con un Dios que nos ame y que esté a nuestro favor. Nos parece incompatible con el enviado, el Mesías. “Pero Jesús, esto no puede pasarte a ti. El camino debe ser de triunfo, de éxito. Si Dios está contigo, si eres el Mesías ¿cómo va a permitir Dios eso?”. Y así pensamos como los hombres, no como Dios.
El camino que Jesús recorrerá y propone es negarse a uno mismo, y elegir el amor y la entrega de la vida. El camino es seguir a Jesús y renunciar a lo fácil: frente al odio el amor, frente al rencor el perdón, frente al egoísmo la generosidad, frente a la duda la fe…Y si vienen cruces no renegar de Dios, sino cogerlas y seguirle.
Lo fácil es amoldarse al mundo, dejarse llevar por la corriente y las ideas imperantes. Lo difícil, abrazar la cruz y con ella caminar.
Y dice Jesús: si pierdes la vida la ganarás, si la entregas la ganarás porque ése es el camino de la resurrección y la vida, es el camino del Espíritu, de la verdad, de la libertad… y pasa por la cruz.
Pero este no es el final. El final es que Jesús ha vencido, que hay un cielo, una vida eterna para los que hemos decidido seguirle, aunque como Pedro a veces caigamos, neguemos y nos equivoquemos, si sigues con Jesús, el final será la vida que no termina, el cielo.
El reto para esta semana es que te preguntes ¿de qué me sirve ganar el mundo entero si malogro, estropeo, pierdo, la vida? ¿en qué estás poniendo tu corazón, tus esfuerzos, tu tiempo, tu energía? Y si quieres, cada vez que veas algo que implique cargar con la cruz, negarte a ti mismo, respondas: Jesús, te elijo a ti, elijo seguirte a ti, elijo tu vida.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.