Domingo 11 de junio
Solemnidad de la Santísima Trinidad
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según San Juan 3, 16-18
En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él, no será condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
Pistas: Nos asomamos hoy al misterio de Dios. En Jesús Dios se reveló como Padre, Hijo y Espíritu Santo; y llegó a su culmen lo que sólo estaba apuntado en el Antiguo Testamento. El único Dios, el único en quien hay salvación, se nos revela como comunión perfecta de personas: El Padre, el Hijo que se encarna en Jesús (Dios y hombre verdadero) y el Espíritu Santo (el Paráclito, el Defensor, el que continúa la obra de Jesús, que habita en nosotros y nos da la vida divina y sus dones). Puedes repasar el Credo y rezar con él en este día.
Dios, que es amor y sale de sí mismo para darnos vida, se revela a nosotros por medio de Jesús. La fiesta de hoy te invita a entrar en este misterio. Dios se ha querido comunicar a los hombres. No sólo a un nivel intelectual o moral, sino con su misma vida, dándose Él mismo. Dios ha entrado en nuestro mundo y se ha hecho uno de nosotros porque en Jesús ha asumido nuestra humanidad y la ha elevado. Y nosotros podemos entrar en su misterio por medio de Jesús y por obra del Espíritu Santo. No es un dios lejano o abstracto. Es a quien Jesús llama Padre, que se ha revelado como amor y misericordia, que es fiel a sus promesas y a su alianza con los hombres, el que envía a su Hijo y al Espíritu Santo. Es el Hijo que se ha hecho hombre, que te llama amigo, que te salva, que da su vida por ti, que camina contigo, que está contigo todos los días hasta el fin del mundo. Es el Espíritu Santo que habita en el bautizado, que continúa la misión de Jesús guiando y llenando a la Iglesia y al creyente da la vida de Dios y sus dones.
Esto no se puede entender usando sólo la razón. Por eso es la fe la que nos da acceso a Dios, al que es uno y Trinidad de personas. Así lo ha revelado Jesús. Y lo más grande y asombroso es que nos ha abierto la puerta de su misterio para que podamos “conocerlo” y relacionarnos con Él. A través de Jesús resucitado y con la presencia y poder del Espíritu Santo puedes encontrar a Dios, alabarle, sentirte amado y transformado por Él. Esto no es una teoría, es una relación. Por eso te invito a que una vez más abras tu corazón a Dios y reces. Alábale, adórale, entrégale tu corazón, pídele y escucha lo que te quiere decir.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.