Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, solemnidad
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según san Juan 6, 51-58
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.» Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»
Pistas: Jesús es la vida. Y elige darnos vida convirtiendo el Pan y el Vino en Él mismo. Este discurso que hemos leído nos ayuda a comprender el significado de esta fiesta. Es Pan que da vida eterna, para siempre. Da la vida de Dios. Da la posibilidad de vivir por Jesús y vivir en Jesús. Todo lo que Jesús prometió no es un sueño, es real, y Él se queda con nosotros en la Eucaristía.
Un signo muy sencillo pero con un grandísimo significado: el pan es alimento. Y da fuerza y vida. Quíta la debilidad y destruye los efectos del pecado. Acercarse a la Eucaristía es alimentarse para poder vivir como discípulo de Jesús. Porque necesitamos nutrirnos de su presencia, de su verdad, de su gracia, para nuestro camino de fe, para nuestra vida diaria y para alcanzar la auténtica felicidad. Por eso la Eucaristía es presencia de todo el acontecimiento salvador de Jesús: su misma persona, su muerte y resurrección, la presencia del Espíritu Santo. Y en Jesús se cumplen los anhelos y esperanzas de los hombres.
Compartir la mesa nos hace entrar en comunión. Con los nuestros, con nuestra familia y amigos compartimos el alimento juntos en la misma mesa. De un modo parecido aunque mucho más trascendente, comer del mismo Pan de Vida, unirnos a Jesús, nos hace hijos de Dios y hermanos. Por eso a la Eucaristía la llamamos también comunión.
Hoy es un día para rezar, para adentrarnos en este misterio de la Eucaristía ¿Cómo la estás viviendo? Es Jesús que viene a darte vida, es su promesa que se cumple. Es su muerte y resurrección, su entrega por amor que te da la vida para siempre.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.