Archivo de la categoría: Lectio divina

Lunes 5 de julio semana XIV

*Lunes, 5 de julio*
*Semana XIV del tiempo ordinario*

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5•. Actúa, llévalo a tu vida)

*Evangelio según San Mateo 9, 18-26*
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se acercó un personaje que se arrodilló ante él y le dijo: Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, ponle la mano en la cabeza, y vivirá. Jesús lo siguió con sus discípulos. Entretanto, una mujer que sufría flujos de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto, pensando que con sólo tocarle el manto se curaría. Jesús se volvió, y al verla le dijo: ¡Animo, hija! Tu fe te ha curado. Y en aquel momento quedó curada la mujer. Jesús llegó a casa del personaje y, al ver a los flautistas y el alboroto de la gente, dijo: ¡Fuera! La niña no está muerta, está dormida. Se reían de él. Cuando echaron a la gente, entró él, cogió a la niña de la mano, y ella se puso en pie. La noticia se divulgó por toda aquella comarca.

*Pistas*: Hace un par de domingos leíamos este pasaje en el Evangelio de Marcos y hoy leemos la versión de Mateo.
Los que se acercan a Jesús confían en su poder. Un hombre le suplica por su hija que acaba de morir. Una mujer toca el borde de su manto y queda curada. Jesús tiene poder para cambiar las cosas de los que se acercan a Él con fe. Ésta es una de las claves de este Evangelio. El encuentro con Jesús, la fe, y la salvación que Jesús regala.
Donde había muerte, surge vida. Donde hay confusión, alboroto, lloros, con Jesús llega la tranquilidad, su cercanía y esperanza. Los que estaban derrotados, tienen una nueva oportunidad.
La mujer del flujo de sangre en la mentalidad judía era impura, por eso no quería ni tocar a Jesús, ni pedirle que la tocase. Sólo rozarle el borde del manto y quedaría curada. No se sentía digna, pero Jesús no le reprocha nada, al contrario.
Jesús rompe las barreras de la impureza ritual judía, se acerca a la niña muerta y la coge de la mano. Le devuelve la vida, la pone en pie. Ya no hay impureza con Jesús.
Piensa en tu vida al releer el Evangelio. ¿Necesitas que Jesús te levante? ¿quieres llevar a otros a Jesús? Da igual cómo te sientas o que no te consideres ejemplar, porque no se trata de eso. Si te acercas a Jesús con fe, Él te salvará.

*Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.*

Domingo 4 de julio XIV Domingo

*Domingo, 4 de julio*
*XIV domingo del tiempo ordinario*.

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

*Evangelio según san Marcos 6, 1-6*
En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?» Y esto les resultaba escandaloso.
Jesús les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.»
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

*Pistas*: Jesús predica en su pueblo, donde creen que le conocen pero finalmente se extraña por su falta de fe.
Creen conocer a Jesús, pero precisamente eso les impide descubrir quién es realmente y creer en Él. Sólo ven lo humano, su familia, su origen… Se escandalizan de Jesús y se quedan sin conocerle.
Podemos trasladar esto a nuestro mundo. Cuántas veces hemos escuchado que esto son “cosas de curas”, “rollos de la Iglesia que es una institución anticuada…”. Creen saber quién es Jesús, pero por sus prejuicios se quedan sin conocerle. Muchas veces se quedan en que la Iglesia tiene que mostrarlo y no profundizan, o con las cosas que se les explicó de niños. A Jesús hay que conocerlo, estar con Él, dejar que venza nuestras ideas preconcebidas.
Si estás recorriendo un camino en la Iglesia y te sientes estancado, tal vez este Evangelio pueda hacerte pensar: ¿Te has quedado con tu idea preconcebida de Jesús? ¿crees que tiene que encajar en tus esquemas, en lo que te han enseñado o lo que has visto? Jesús es más grande, en Él encuentras a Dios… Si te acercas a Él con fe descubrirás y contemplarás cosas extraordinarias.
Puede que estés sirviendo en la Iglesia, que seas un persona de fe y te sientas como Jesús: “nadie es profeta en su tierra”. Que entre los tuyos no se te aprecie, que la Iglesia no consigue conectar… Jesús mismo pasó por ello ¿cómo no vamos a pasar nosotros? Tú persevera, unido a Jesús, llenándote del Espíritu Santo cada día en la oración y podrás ver que al final el poder de Dios triunfa.

*Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.*

Sábado 3 de julio Santo Tomás, apóstol

Sábado, 3 de julio
Santo Tomás, apóstol

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

Evangelio según san Juan 20, 24-29
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.»
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.»
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.» Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!»
Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»

Pistas: Jesús resucitado se aparece a sus Apóstoles. Pero uno de ellos no estaba en la comunidad. Este relato está lleno de simbolismo. Es el primer día de la semana (el domingo, el día de la Eucaristía), están reunidos (la comunidad, la Iglesia), Jesús se hace presente. Los otros dan testimonio y le cuentan a Tomás, pero él necesita experimentarlo. Tiene dudas. No acaba de creer.
¿Cuánto se parece a la gente de hoy? No les vale que la gente de Iglesia dé testimonio. Necesitan más. Necesitan experimentarlo.
Y reunidos, juntos, encuentran y experimentan al Resucitado como real y vivo. No es un fantasma, ni es una ilusión o un sueño. Es real. No es una mentira o una fantasía de “la Iglesia”.
Hoy sigue siendo la comunidad reunida, la Iglesia, la Eucaristía, un lugar privilegiado para encontrarse con Jesús. Nos invita este Evangelio a crear comunidades en las que se haga fácil este encuentro y experiencia. Y también te invita si te sientes lejos de Jesús a acercarte al lugar donde puedes encontrarlo.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.

Viernes 2 de julio Semana XIII

*Viernes, 2 de julio*
*Semana XII del tiempo ordinario*

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

*Evangelio según San Mateo 9, 9-13*
En aquel tiempo, vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: Sígueme.
Él se levantó y lo siguió. Y estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: ¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores? Jesús lo oyó y dijo: No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa «misericordia quiero y no sacrificios»: que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.

*Pistas*: Los cobradores de impuestos eran colaboradores del Imperio Romano, trabajaban para los invasores, y por eso estaban muy mal considerados entre la población, para quienes eran pecadores y traidores. Además, en muchas ocasiones, se aprovechaban de su posición.
Sin embargo, Jesús le dice a Mateo: “Sígueme”. No le importa lo que piensen de Él, ni lo que haya sido aquel hombre. Jesús ve más allá. Mateo le responde invitándolo a comer en su casa. Para un judío observante ir a comer a casa de un publicano y sus amigos extranjeros, paganos, significaba contraer impureza y además era impopular entre las personas religiosas. Y a Jesús tampoco le importa esto, ni que sea un pecador o que sus amigos lo sean. Le importa la persona.
Jesús se acerca a Mateo y le llama. Mateo responde y le invita a su casa. Le deja entrar en lo suyo, en su mundo. Jesús también te está llamando hoy a ti a seguirle, a ser su discípulo… ¿Le dejas entrar en tu casa? Quizás algunos piensen de ti como de Mateo: un caso perdido, un pecador, un desastre… A Jesús le da igual, y si le invitas entrará en tu casa.
Ahora mira la escena desde el otro lado. Preguntémonos si nosotros que somos cristianos entendemos bien “misericordia quiero y no sacrificios”. Dicho de otra manera: ¿vivimos en el amor como Jesús nos enseña o nos quedamos en las apariencias como los que censuran su forma de actuar? ¿te dedicas a criticar y juzgar buscando excusas para creerte mejor que los demás, o sabes que eres pecador y deseas convertirte y vivir como discípulo de Jesús cada día? ¿crees que lo sabes todo o te dejas sorprender por Jesús?
Él no ha venido a salvar al que no necesita salvación, no puede librar del pecado al que no lo tiene, ni puede amar al que cree que ya tiene llena su vida. Jesús ha venido a salvarte a ti, que sabes que eres débil, que podías hacer las cosas mejor, que pecas, pero te dejas perdonar. Porque necesitas más amor y misericordia en tu vida. Esto no es para los sabios y entendidos, sino para los sencillos que se dejan sorprender.
Si Jesús llama a alguien ¿quién eres tú para juzgarle? Si Jesús te llama a ti ¿le invitarás a entrar en tu casa?

*Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida*

Jueves 1 de junio Semana XIII

*Jueves, 1 de junio*
*Semana XIII del tiempo ordinario*

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

*Evangelio según San Mateo 9, 1-8*
En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad.
Le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: ¡Animo, hijo!, tus pecados están perdonados.
Algunos de los letrados se dijeron: Este blasfema. Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: ¿Por qué pensáis mal? ¿Qué es más fácil decir: «tus pecados están perdonados», o decir «levántate y anda»? Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados dijo dirigiéndose al paralítico: Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa. Se puso en pie, y se fue a su casa. Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.

*Pistas*: Mateo quiere mostrarnos quién es Jesús: somete al demonio (leíamos ayer), perdona los pecados y cura a los enfermos. Dios está con Él. Es más, Jesús, al perdonar pecados, se hace semejante a Dios –por eso dicen que blasfema-. Es el Hijo de Dios.
Vamos a fijarnos en algunos detalles. “Viendo la fe que tenían”. Jesús actúa no por la fe del paralítico, sino por la de sus acompañantes. Nos recuerda el poder de la oración de intercesión. El poder que hay en llevar a los demás, sus problemas, su vida, sus necesidades, delante de Jesús. Y al hacer esto, permiten y provocan que Jesús actúe.
Jesús perdona sus pecados ¿Qué sentiría aquel hombre? Los amigos no se van decepcionados, siguen allí con Jesús. ¿Experimentaría el perdón de Dios? Éste es el don más grande que podemos recibir: la Gracia de Dios que perdona el pecado, que da “ánimo”, que levanta al hombre. Puedes imaginarte la escena: unos dudando, otros esperando y confiando. Unos juzgando y otros amando.
Y aquí Jesús quiere mostrar quién es, quiere que puedan comprender que realmente es el Mesías. Y lo cura. Lo sana externamente e interiormente. Y le manda coger su camilla (ya no necesita que sus amigos la lleven por él, tiene fuerzas, tal vez para llevar también las camillas de otros…).
¿Con cuál de los personajes del Evangelio de hoy te sientes más identificado? Quizás te sientas paralizado y necesites que otros te acerquen a Jesús. O tal vez ha llegado el momento de llevar a otros ante Jesús para que puedan encontrarse con Él y ser salvados. O es posible que te cueste reconocer la acción de Jesús en el mundo… Nuevamente el Evangelio te dice: Acércate a Jesús, acerca a los demás a Jesús, y verás y experimentarás cosas extraordinarias.

*Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.*

Miércoles 30 de junio XIII semana

*Miércoles, 30 de junio*
*XIII semana del tiempo ordinario*

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

*Evangelio según San Mateo 8, 28-34*
En aquel tiempo, llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los gerasenos. Desde el cementerio dos endemoniados salieron a su encuentro; eran tan furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino. Y le dijeron a gritos: ¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo? Una gran piara de cerdos a distancia estaba hozando. Los demonios le rogaron: Si nos echas, mándanos a la piara. Jesús les dijo: Id. Salieron y se metieron en los cerdos. Y la piara entera se abalanzó acantilado abajo y se ahogó en el agua. Los porquerizos huyeron al pueblo y lo contaron todo, incluyendo lo de los endemoniados. Entonces el pueblo entero salió a donde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara de su país.

*Pistas*: Es sorprendente el relato de hoy. Jesús desembarca con sus discípulos y dos endemoniados salen a su encuentro. Pero el demonio ante su presencia y poder no puede hacer nada. Y ésta es la primera enseñanza: ante Jesús el demonio no puede hacer otra cosa más que huir. Es Jesús quien vence al mal y al pecado. Así que si hay mal en tu vida o a tu alrededor, si el demonio parece que actúa (como con los endemoniados del Evangelio, a los que tenían tanto miedo que no se atrevía nadie a pasar por allí), acércate a Jesús y no tendrá más remedio que huir.
Los hombres que se dejan dominar por el demonio están vivos, pero es como si estuvieran muertos (por eso están en el cementerio). Están atrapados por la violencia, alejados de la sociedad. Y los demás no quieren acercarse. La presencia del demonio conduce a la destrucción. Los cerdos (recuerda que para un judío son animales impuros) terminan por influencia de esos demonios arrojándose al mar. Nada bueno puede salir del demonio. Dicho de otra manera: nada bueno puede salir del mal (aunque las tentaciones siempre nos presentan lo malo como bueno o como camino para lograr algo que nos va a hacer felices).
Jesús salva, vence al demonio que busca nuestra destrucción. Vence al mal y al pecado.
Si quieres que el mundo sea mejor, si quieres vencer el mal en tu vida, acércate a Cristo. Él tiene poder para cambiar las cosas, aunque a veces pueda ser por caminos misteriosos… como el de los cerdos que saltan por el acantilado. Si estás dispuesto a fiarte de Jesús, si quieres que sea Él la luz y guía de tu vida, el mal está vencido.

*Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.*

Martes 29 de junio (santos Pedro y Pablo)

*Martes, 29 de junio*
*Santos Pedro y Pablo, apóstoles*

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

*Evangelio según san Mateo 16, 13-19*
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

*Pistas*: Piensa en la pregunta: ¿Quién es Jesús? Lo que dice la gente, lo que dice tu comunidad… ¿Y qué dices tú? La Iglesia te dice que es el Mesías, el Hijo de Dios, el que está resucitado y vivo, el que prometió y mandó el Espíritu Santo. Pero ¿y tú? ¿y para ti?
Si tu fe está fría, si necesitas descubrir quién es Jesús, no sólo lo conseguirás por un esfuerzo personal tuyo, sino que es un don. Dios te lo revela y por eso necesitas la oración, la Palabra en la que encontrarte con Él… porque es el Padre quien revela a Jesús.
Y después de encontrarte con Él y conocerle, después de saber y experimentar quién es, también a ti, como a Pedro, te dará una misión y te capacitará para ella. Conocer a Jesús es descubrir quién eres tú. Y encontrar un camino, una misión, un objetivo. No te manda sin herramientas, te da lo que necesitas para recorrer el camino que te pide.
A Pedro le encomienda acompañar la Iglesia, ser roca firme sobre la que asentarla. Le da una promesa (el infierno no la derrotará). Y el poder para hacerlo: las llaves, y atar y desatar.
Tienes muchas cosas con las que puedes rezar. ¿Quién es Jesús? ¿cómo conocerle mejor? Darle gracias por la fe que te permite tener una relación personal con Él. Adentrarte en el encuentro con Él adorándole, contemplándole. O también puedes mirar la Iglesia que Jesús instituyó no sobre las nubes sino con hombres de carne y hueso. Pero con su poder y la fuerza y los dones del Espíritu. Puedes rezar por la Iglesia, por el Papa y por todos los que se hacen la pregunta ¿quién es Jesús?

*Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.*

Domingo 27 de junio XIII

*Domingo 27 de junio*
*XIII domingo del tiempo ordinario*

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

*Evangelio según san Marcos 5, 21-43*
En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
«Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.» Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba.
Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos, y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido curaría.
Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando: «¿Quién me ha tocado el manto?» Los discípulos le contestaron: «Ves como te apretuja la gente y preguntas: «¿Quién me ha tocado?»»
Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. Él le dijo: «Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud.»
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: «Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?»
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta que tengas fe.»
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo: «¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida.»
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo: «Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate>>.
La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones.
Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

*Pistas*: “Mi niña está en las últimas”. Podemos imaginar a un padre desesperado. ¿Cuántos caminos intentaría antes de acercarse a Jesús? Y ahí está, a sus pies, un jefe de una sinagoga rogando a Jesús.
“No temas; basta que tengas fe”. Los tiempos de Dios no son los nuestros, los caminos de Dios son misteriosos muchas veces… Puedes imaginar el sufrimiento de aquel hombre, la prisa, las dudas, la desesperación. Pero cree y espera. El amor le lleva a ello.
Por el camino: “¿Quién me ha tocado el manto?”. Una pregunta extraña, no viene a cuento… apretujado por curiosos y discípulos. Jesús se para. La mujer que sabe que es impura según la mentalidad judía, necesita a Jesús y tiene una fe tan grande que piensa: “tocaré su manto y quedaré sanada”. Había buscado muchos caminos, gastado todo, pero sólo había conseguido ponerse peor. (Una buena metáfora sobre lo que nos puede pasar a veces en la vida). Y al final, encuentra a Jesús, toca su manto y queda curada. Jesús la busca, no basta la curación, es necesario el encuentro: “Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud”.
La niña ha muerto. “¿para qué molestar más al maestro?”. No creen, no esperan, porque parece imposible. Pero el que cree en Jesús verá cosas extraordinarias. Por eso Jesús le dice a Jairo: “No temas; basta que tengas fe”. “La niña no está muerta, está dormida”.
La mujer que tocó su manto lo encontró en la multitud y el bullicio. La niña y su familia necesitarán el silencio, que se vayan los que sólo hacen ruido y se lamentan. Y Jesús entra, echa a los que no creen, toma a la niña de la mano (fíjate que nuevamente aparece el elemento de la impureza para los judíos -la sangre en la mujer, la muerte en la niña- y Jesús supera todo eso y pone a la persona por delante), toma a la niña de la mano y le dice: “talitha qumi”. Levántate. ¡Cómo se les quedaría grabado aquello que hasta recuerdan las palabras textuales! Y dadle de comer. Porque hay que alimentarse, hay que seguir. No basta que Jesús te rescate de la muerte. Hay que ponerse en pie y alimentarse, seguir caminando.
Te invito hoy a hacer un ejercicio. Lee el Evangelio fijándote en los detalles (en los que hemos explicado o en lo que te llame la atención) dejando que Dios te hable a través de ellos. Jesús es la vida, es la paz, es la esperanza, es la salud, es la salvación, es la respuesta… Había muchos que necesitaban a Jesús, pero no se acercaron a Él.
A veces lo encontrarás en medio de la muchedumbre, otras veces necesitarás que se vayan los que sólo hacen ruido. Pero Él siempre se acercará si le abres la puerta, si le llamas, si tú decides que quieres que forme parte de tu vida. ¿Qué tengo que hacer’? ¿Sera difícil?… “No temas, basta que tengas fe”.

*Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.*

Sábado 26 de julio semana XII

*Sábado, 26 de julio*
*Semana XII del tiempo ordinario*

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

*Evangelio según San Mateo 8, 5-17*
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó diciéndole: Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho. Él le contestó: Voy yo a curarlo. Pero el centurión le replicó: Señor, ¿quién soy yo para que entres bajo mi techo? Basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes: y le digo a uno «ve», y va; al otro, «ven», y viene; a mi criado, «haz esto», y lo hace.
Cuando Jesús lo oyó quedó admirado y dijo a los que le seguían: Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de Oriente y Occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el Reino de los Cielos; en cambio a los ciudadanos del Reino los echarán afuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. Y al centurión le dijo: Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído. Y en aquel momento se puso bueno el criado.
Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con fiebre; la cogió de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirles.
Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él con su palabra expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos.
Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: «Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades».

*Pistas*: Dos milagros de Jesús: el criado de un centurión (un extranjero) y la suegra de Pedro (una mujer). La fe del centurión obra el milagro. Jesús pone de relieve la confianza absoluta de este hombre en su poder.
El centurión respeta a Jesús, sabe que para un judío entrar en casa de un pagano significaba quedar impuro. No quiere poner a Jesús en un compromiso, pero cree en Él, en su poder.
El Evangelio de San Mateo se escribe cuando ya se ha producido la ruptura entre el judaísmo y los seguidores de Jesús. Y nos deja como mensaje que no hay privilegios. Muchos extranjeros entrarán en el Reino de los cielos y muchos ciudadanos serán echados fuera. No se trata de posición social o de la clase a la que se pertenezca. Jesús rompe con todo esto. Es cuestión de fe. De encontrarse con Jesús y creer en Él.
O el caso de la suegra de Pedro. Cuando Jesús la toca, sana y ella se pone a servirles. ¿Qué quiere decir esto? Que Jesús te salva y te libera. El pecado ya no tiene poder sobre ti, el mal ya no te esclavizará. Jesús es tu carta de libertad.
Ayer un leproso, hoy un extranjero y una mujer… Jesús invita a todos a la fe, escucha a todos, llama… Endemoniados y enfermos son sanados por Jesús: cura, salva, libra del mal y del pecado. Y todo esto no es algo del pasado. Es para tu vida y la de los tuyos. No importa cómo estés, quién seas… sólo necesitas tener fe. Recuerda el Evangelio de ayer: “Señor, si quieres…”.

*Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.*

Viernes 25 de junio semana XII

*Viernes, 25 de junio*
*Semana XII del tiempo ordinario*

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
5. Actúa, llévalo a tu vida)

*Evangelio según San Mateo 8, 1-4*
En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente.
En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Extendió la mano y lo tocó diciendo: ¡Quiero, queda limpio! Y enseguida quedó limpio de la lepra. Jesús le dijo: No se lo digas a nadie, pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés.

*Pistas*: Después del Sermón de la montaña que hemos ido leyendo todos estos días comenzamos una parte dedicada a curaciones milagrosas. Las primeras tienen que ver con el acercamiento de Jesús a los excluidos y marginados de su tiempo (un leproso, un pagano y una mujer).
Los leprosos eran expulsados de la comunidad y tenían que vivir al margen de la sociedad, avisando de su presencia para que nadie se les acercase. Sin embargo, Jesús entra en contacto con él y le toca para curarle. Es decir, a Jesús no le da asco tu pecado, tu indignidad o cómo estés. Y si te acercas a Él, te tocará y te salvará. El leproso se acerca con fe, se arrodilla ante Él, con absoluta confianza: “Si quieres…”. La fe la que hace posible el encuentro personal y la curación.
Jesús no quiere que se malinterpreten sus acciones y por eso le pide silencio. No es un milagrero o un mago. Trae el Reino de Dios, viene a revelar que Dios ama a las personas y a hacernos participar de su vida. Pero sí quiere que quede constancia y por eso le manda al sacerdote judío con una doble motivación: mostrar el rechazo de la clase dirigente que a pesar del testimonio de las acciones de Jesús no creen; y hacerle ver al leproso que la curación trae consigo pertenecer a la comunidad.
Al releer el Evangelio puedes pensar en qué lepras hay en tu vida. Qué te mancha o te hace apartarte y sentirte excluido. Acude a Jesús con la medicina de la fe. Él te tocará y te salvará. “Señor, si quieres…”

*Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice, respóndele con tu oración y llévalo a tu vida.*