Viernes 8 de septiembre
Natividad de la Bienaventurada Virgen María
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según san Mateo 1, 18-23
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”.»
Pistas: Dios se hace hombre por obra del Espíritu Santo. Una virgen será madre. Y ese niño salvará al pueblo de los pecados. Y será Dios-con-nosotros.
Y José se asoma a este misterio ¿Qué entendería? ¿cuántas dudas y qué preguntas se haría? ¿cuántos prejuicios tendría que vencer? Pero es un hombre justo que busca actuar con rectitud. Y, finalmente, hace dos cosas: fiarse de Dios y obedecerle (por difícil e increíble que le parezca); y amar a María y a Jesús. Y con esto colabora en el acontecimiento más asombroso de la historia: Dios se hace hombre en el seno de una mujer y, como nosotros, crece en una familia, en una sociedad concreta y pasa por lo mismo que cualquier ser humano.
Haciéndose hombre nos salva. Vence al pecado, al mal y a la muerte. Vivo y resucitado nos promete estar con nosotros hasta el fin del tiempo. Y nos da el Espíritu Santo para que podamos ser hijos de Dios y vivir como discípulos suyos.
María y José se fían de Dios, le obedecen y aman. Y, ahí, lo imposible se hace posible. También Jesús quiere hacerse presente en tu vida. No como una idea o como algo lejano, sino como uno de los tuyos. María dice: Sí. José dice: Sí ¿Y tú?
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.