Viernes 4 de agosto

Viernes 4 de agosto
San Juan María Vianney, presbítero

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Mateo 13, 54-58

En aquel tiempo, fue Jesús a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga. La gente decía admirada: ¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso? Y desconfiaban de él. Jesús les dijo: Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta. Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe.

Pistas: Piensan que saben quién es Jesús y desconfían de Él. Parece una descripción de muchas personas de nuestra sociedad, e incluso de nosotros mismos en ocasiones. Vivimos instalados en nuestros prejuicios sobre Jesús o sobre la Iglesia o las personas que nos hablan de Él, y por ello no nos acercamos a Jesús, no creemos en Él, no podemos tener fe.
En ocasiones también podemos quedar atrapados en un relativismo en el que no existe la verdad: yo tengo mi verdad y los demás tienen la suya, y todas son legítimas y válidas, decimos. Pero lo que ocurre es que se confunde la libertad de pensamiento y de creencias, con la verdad.
¿Vas a dejar que los prejuicios, el relativismo, las modas o el qué dirán te impidan acercarte a Jesús?
Para que la fe se despierte en nuestro corazón es necesario morir al orgullo de creerse en la posesión de la verdad. Y dejar que Jesús, que es la Verdad, nos sorprenda, nos enseñe. Es necesario el encuentro con Él, vivo, a través de la oración, los sacramentos y la Palabra de Dios.
Entonces, al creer, podremos ver las maravillas de Dios en nuestra vida. Por difícil que sea, por lejos que nos sintamos, por perdidos que nos parezca estar, si te acercas a Jesús y te encuentras con Él, si dejas que te regale la fe, tendrás tu milagro. Dios no falla, Él es fiel.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.