Viernes, 3 de agosto
XVII semana del tiempo ordinario
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según San Mateo 13, 54-58
En aquel tiempo, fue Jesús a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga. La gente decía admirada: ¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso? Y desconfiaban de él. Jesús les dijo: Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta. Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe.
Pistas: Les faltaba fe. ¿Por qué? Porque creían conocer a Jesús, creían saber lo que se podía esperar de Él, lo que Jesús podía saber y hacer. Y aunque hace milagros y actúa con sabiduría y poder delante de ellos, no son capaces de confiar y descubrir quién es. Y esto impide que pueda hacer más, porque su fe es poca.
Vamos a traducir esto a nuestros días. ¿Cuántas veces nuestros prejuicios sobre la Iglesia (que continúa la obra de Jesús) o nuestra manera de entender la fe nos impiden crecer y ver actuar el poder de Dios en nuestra vida? ¿Cuántas veces al leer el Evangelio piensas que es muy bonito, pero que estas cosas no son para ti? El Evangelio de hoy te invita a dejarte sorprender, a creer que es posible lo que la Palabra de Dios anuncia. Te invita a conocer a Jesús más allá de tus propios prejuicios o de la imagen de Él que te han enseñado o que te has formado. Porque en realidad en eso consiste una relación: en dejarse asombrar, en conocer, amar, descubrir, confiar… ¿Cuántas veces los que somos de Iglesia (los que creemos conocer a Jesús) nos acomodamos y nuestra fe se vuelve mera religiosidad o tradición?
Si quieres ver las maravillas de Dios, si quieres que Jesús actúe en tu vida y a través de ti, déjate sorprender. El Evangelio de hoy te invita a pedir más fe, a mirar más allá de tus ideas, a buscar y a que abras la puerta a Jesús y dejes fuera los prejuicios. A conocerle estando con Él, no sólo por lo que sabes o te cuentan. Por eso, una vez más reza, rézale a Jesús, pasa un rato con Él y que por tu fe puedas ver las maravillas de Dios en tu vida y en el mundo.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.