Sábado 18 de febrero
VI del tiempo ordinario
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
Evangelio según San Marcos 9, 1-12
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos.
Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: Maestro ¡Qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Estaban asustados y no sabía lo que decía.
Se formó una nube que lo cubrió y salió una voz de la nube: Este es mi Hijo amado; escuchadlo.
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos.
Esto se les quedó grabado y discutían qué querría decir aquello de resucitar de entre los muertos.
Le preguntaron: ¿Por qué dicen los letrados que primero tiene que venir Elías? Les contestó él: Elías vendrá primero y lo restablecerá todo. Ahora, ¿por qué está escrito que el Hijo del Hombre tiene que padecer mucho y ser despreciado? Os digo que Elías ya ha venido y han hecho con él lo que han querido, como estaba escrito
Pistas: Justo antes de este pasaje que hemos leído Jesús anuncia su pasión y muerte. Pedro recibe unas palabras muy duras de Jesús. Los discípulos no son capaces de comprender la misión de Jesús y su mesianismo.
Y justo después de ese anuncio Jesús se lleva a Pedro, Santiago y Juan, a la montaña (lugar de las teofanías -manifestaciones- de Dios en el Antiguo Testamento). Jesús muestra su divinidad, pueden ver su resplandor, les revela su gloria. Aparecen: Moisés (el representante de la Ley del Antiguo Testamento) y Elías (el máximo exponente de la profecía) conversando con Jesús. Es una manera de mostrar que el anuncio del Mesías y las promesas de los profetas se cumplen en Jesús; que la Ley del Antiguo Testamento alcanza su plenitud en Jesús. Él es el culmen, la plenitud de la revelación de Dios. Por eso es el Hijo amado, el predilecto, a quien hay que escuchar.
No se les olvida esta experiencia. ¿Qué sería aquello de resucitar de entre los muertos? ¿Pero quién es Jesús? Este acontecimiento les ayuda a descubrirlo. El Hijo de Dios, verdadero hombre, que morirá en la cruz, que resucitará. Es necesario que padezca y sea despreciado. Éste es el único camino para salvar a los hombres, para manifestar la grandeza del amor y del poder de Dios.
Piensa en lo que significa para tu vida el mensaje de este Evangelio: descubrir que Jesús perecerá, perderá su vida por tu salvación; y déjate llevar. Ora y abre tu corazón a Dios.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.