Sábado 16 de diciembre
II semana de Adviento
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Eclesiástico 48, 1-4. 9-11
Surgió Elías, un profeta como un fuego, cuyas palabras eran horno encendido.
Les quitó el sustento del pan, con su celo los diezmó; con el oráculo divino sujetó el cielo
e hizo bajar tres veces el fuego. ¡Qué terrible eras, Elías!; ¿quién se te compara en gloria? Un torbellino te arrebató a la altura; tropeles de fuego, hacia el cielo. Está escrito que te reservan para el momento de aplacar la ira antes de que estalle, para reconciliar a padres con hijos, para restablecer las tribus de Israel. Dichoso quien te vea antes de morir, y más dichoso tú que vives.
Pistas: Nos cuenta el Evangelio de Mateo que los discípulos le preguntan a Jesús: «¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?» Él les contestó: «Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que lo trataron a su antojo. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos.» Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan, el Bautista.
Elías es uno de los grandes personajes del Antiguo Testamento. Gracias a él y su grupo pervive la fe en Yahveh en una época muy difícil en la que el pueblo estaba perdiendo su identidad y asumiendo costumbres, ritos y creencias cananeas en el ídolo Baal. Elías predicó por primera vez el monoteísmo a ultranza. Luchó contra la idolatría. Y contra la mera obligatoriedad de cumplir unos ritos, algo propio de la religión cananea, un culto vacío.
Elías era un profeta poderoso. Anunció tres años de sequía y así fue. Retó a los sacerdotes de Baal a que el dios que hiciese bajar fuego del cielo sobre unos sacrificios de animales sería el verdadero. Ellos lo intentaron todo y nada sucedió. Elías mandó echar agua sobre la leña, oró a Dios y bajó fuego del cielo.
Jesús habla de Juan el Bautista con ese mismo celo, fuerza y pasión. Pero Juan le señala a Él: "El que viene detrás de mí, os bautizará en el Espíritu Santo y el fuego…" (Mateo 3,11). Y Jesús dirá: «He venido a traer fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que estuviera ya encendido…!» (Lc 12, 49). Y, en Pentecostés, "vieron aparecer unas lenguas, como de fuego…" (Hch 2,3).
La palabra, el fuego, la vida, arrebatado a los cielos, nos hace pensar en la resurrección de Jesús, la reconciliación entre los hombres y el restablecimiento del pueblo de Dios. Todo anunciado por Elías, y después por Juan Bautista. Y se cumple en Jesús de un modo asombroso… Todo en este Adviento te dice de mil maneras distintas: Acércate a Jesús, verdadero hombre y verdadero Dios.
Relee la, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.