Miércoles 15 de noviembre

Miércoles 15 de noviembre
San Alberto Magno, obispo y doctor de la Iglesia

(Recuerda: 1. Pide el Espíritu Santo 2. Lee despacio y entiende 3. Medita qué te dice la Palabra de Dios 4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Lucas 17, 11-19

En aquel tiempo, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea.
Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: Jesús, maestro, ten compasión de nosotros. Al verlos, les dijo: Id a presentaros a los sacerdotes. Y mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos, y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Este era un samaritano.
Jesús tomó la palabra y dijo: ¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios? Y le dijo: Levántate, vete: tu fe te ha salvado.

Pistas: Imagínate la escena. Jesús está caminando por un territorio fronterizo. Desde lejos un grupo de leprosos le pide ayuda (no les estaba permitido acercarse a la gente). Eran expulsados de los pueblos por miedo al contagio y vivían al margen de la sociedad. Pero Jesús les presta atención. En otras ocasiones se había acercado, les había tocado y curado. Pero hoy les manda ir a presentarse al sacerdote. Era necesario que cuando un leproso se curaba fuera a presentarse al sacerdote para que confirmase que estaba sano, tenía que llevar una ofrenda y realizar un rito de purificación. Y los diez quedaron sanados cuando iban de camino.
Sólo un extranjero volvió alabando a Dios y dándole las gracias a Jesús. Era un samaritano y, como ya sabes, no se llevan bien con los judíos. Y es aquí, a los pies de Jesús, donde queda salvado plenamente.
Tal vez este Evangelio te invite a reconocer lo que Dios hace en tu vida y a ser agradecido. A pedir y confiar. A aceptar los dones que Dios te da y acudir a Jesús reconociendo quién es. Da igual que te sientas un samaritano, un extranjero, alguien que no merece que le presten atención. Puede que pienses que con las lepras que hay en tu vida (tus pecados y debilidades) no eres de los de Jesús. Puede que te sientas lejos del pueblo (de la Iglesia) como aquellos leprosos. Da igual cómo estés. Llama a Jesús y pide su compasión, escucha su Palabra, obedécele, fíate de Él. Aunque te parezca que Jesús está lejos, Él te mirará a ti también. Te curará de tu lepra. Si dejas a Jesús entrar en tu vida encontrarás su salvación.
Déjate mirar por Él, porque su mirada es de amor y salvación. Cuéntale tu vida, tus cosas, tus problemas, tus miedos y así verá tu vida y tú la verás a su luz. Y, no olvides, da gracias, alaba a Dios, vuelve a Jesús cada día. “Levántate, vete, tu fe te ha salvado”.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.