Lunes 24 de abril
II semana de Pascua
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según san Juan 3, 1-8
Había un fariseo llamado Nicodemo, jefe judío. Éste fue a ver a Jesús de noche y le dijo: «Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él.»
Jesús le contestó: «Te lo aseguro, el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios.»
Nicodemo le pregunta: «¿Cómo puede nacer un hombre, siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer?»
Jesús le contestó: «Te lo aseguro, el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes de que te haya dicho: «Tenéis que nacer de nuevo»; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu.»
Pistas: Hoy nos acercamos a la conversación de Jesús con Nicodemo. Hay que nacer de nuevo. Hay que nacer “del agua y del Espíritu”. Se refiere al bautismo y a la efusión del Espíritu Santo. Esta conversación sólo tiene sentido desde la Resurrección de Jesús. Que renueva las cosas de tal modo que se parece a un nuevo nacimiento. El pecado tenía poder sobre el hombre, la muerte tenía poder sobre el hombre… Pero Jesús nos hace libres, capaces de hacer las obras del Espíritu.
El mismo Espíritu Santo que resucitó a Jesús, el mismo que le movió durante su vida y que Él ha prometido, será el que en el bautismo da una vida nueva. Jesús te invita a entrar en su Reino, te invita a nacer de nuevo, eso es la Pascua.
¿Y cuál es la novedad de la que habla Jesús? Él nos ofrece una vida nueva lejos de las tinieblas, de la mentira, del pecado y de la muerte… Éste es el camino que recorreremos en la Pascua. Jesús te da una vida nueva, pero para ello debes aprender a mirar desde los ojos de la fe, ésos que se alejan de las rutinas y los prejuicios y reconocen a Dios a su lado. Para ello necesitas pedir el Espíritu Santo que te dará vida. Se acabó el hombre viejo esclavo del pecado. Serás libre, el hombre nuevo nacido del Espíritu Santo y que hace las obras del Espíritu.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.