Lunes 11 de septiembre
XXII semana del tiempo ordinario
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según San Lucas 6, 6-11
Un sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre que tenía parálisis en el brazo derecho. Los letrados y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo. Pero él, sabiendo lo que pensaban, dijo al hombre del brazo paralítico: Levántate y ponte ahí en medio. Él se levantó y se quedó en pie. Jesús les dijo: Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo morir? Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo al hombre: Extiende el brazo. Él lo hizo y su brazo quedó restablecido.
Ellos se pusieron furiosos y discutían qué había que hacer con Jesús.
Pistas: El sábado, el día que los judíos dedican a Dios, Jesús entra en la sinagoga para enseñar, y los fariseos (los más religiosos y cumplidores) y letrados (los expertos en la ley) están vigilando qué hace. Jesús se enfrenta a una religiosidad que ha perdido de vista lo esencial. Parece que muchos se han olvidado que toda la ley y los profetas se resumen en amar a Dios y al prójimo como a uno mismo. No les importa el hombre enfermo, ni Aquél a quien honran el sábado y que convierte en sagrado ese día. Jesús les da la oportunidad de pensar, intenta ponerlos ante su contradicción.
A veces me planteo: ¿Qué sería más importante para muchos cristianos: la cofradía, la procesión, la tradición, mi puesto en la parroquia, que esto «siempre se hizo así», la imagen que los demás tienen de mí, mi manera de entender la religión…? ¿o amar a Dios, amar al prójimo, vivir como discípulo de Jesús? ¿hacer el bien o el mal? ¿salvar a uno o dejarlo morir?
Se ponen furiosos porque Jesús les contraria, les hace pensar y cuestionarse su manera de vivir la religión. No sólo eso. En el fondo les obliga a revisar su estilo de vida. Es fácil pensar en qué malos son los fariseos que no ven que Jesús es un hombre bueno y le tienen envidia… Pero es más interesante que pensemos en qué nos parecemos a esos letrados y fariseos que no son capaces de ver más allá de si mismos, de sus tradiciones, de sus maneras de hacer las cosas….. Jesús enseña algo diferente: enseña a vivir en el amor.
Ser discípulo de Jesús hoy conlleva cumplir unas normas y unos mandamientos, unas tradiciones… pero todo esto no sirve de nada, ni tiene sentido, ni siquiera nos acerca a Dios si no lleva consigo un trabajo en lo profundo del corazón, si no dejamos que el amor de Dios, el Espíritu Santo, nos llene de tal modo que le dé sentido a todo. Sólo así nuestra religiosidad y nuestra vida corresponderán al amor que Dios nos tiene y que nos salva.
Jesús hoy también te mira a ti y te pregunta: ¿Qué quieres hacer, cómo quieres vivir?
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.
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