Lunes 11 de diciembre

Lunes 11 de diciembre
San Dámaso I, papa

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Isaías 35, 1-10
El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrarán el páramo y la estopa, florecerá como flor de narciso, se alegrará con gozo y alegría. Tiene la gloria del Líbano, la belleza del Carmelo y del Sarión. Ellos verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios.
Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes; decid a los cobardes de corazón: «Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios, que trae el desquite; viene en persona, resarcirá y os salvará.»
Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará. Porque han brotado aguas en el desierto, torrentes en la estopa; el páramo será un estanque, lo reseco, un manantial.
En el cubil donde se tumbaban los chacales brotarán cañas y juncos. Lo cruzará una calzada que llamarán Vía Sacra: no pasará por ella el impuro, y los inexpertos no se extraviarán.
No habrá por allí leones, ni se acercarán las bestias feroces; sino que caminarán los redimidos, y volverán por ella los rescatados del Señor.
Vendrán a Sión con cánticos: en cabeza, alegría perpetua; siguiéndolos, gozo y alegría. Pena y aflicción se alejarán.

Pistas: El profeta utiliza imágenes de alegría, de vida, de gloria y prosperidad, de belleza. Que los débiles y los vacilantes, que los cobardes, cambien de actitud. Habrá signos: los cojos, los ciegos, los mudos, se curarán. Lo seco tendrá vida. El inexperto encontrará el camino. Puedes leerlo despacio e imaginarte cada una de estas imágenes y pensar lo que pueden simbolizar para un pueblo que ha sido conquistado y vive en el destierro. Lo ha perdido todo. Y el profeta promete en nombre de Dios la salvación, el regreso, gozo, alegría, vida, salud… “Mirad a vuestro Dios, que trae el desquite; viene en persona, resarcirá y os salvará”.
El Evangelio que acompaña a esta lectura en la misa de hoy nos cuenta la curación de un paralítico al que unos hombres llevan ante Jesús, que estaba enseñando dentro de una casa. Quitan unas losetas del tejado y lo descuelgan. Jesús, al ver la fe que tienen, le dice al hombre: “Tus pecados te están perdonados” y después, ante las críticas de los fariseos, le dice: "Levántate y anda". Y queda curado. Lo que promete Isaías se cumple plenamente en Jesús.
Al rezar con este texto puedes pensar en cómo se cumplen en Cristo las palabras del profeta. Jesús da mucho más de lo que piden al paralítico cuya curación nos cuenta el Evangelio. No sólo le sana exteriormente, sino que cambia su corazón perdonando sus pecados. Algo que sólo Dios puede hacer: “Vuestro Dios… viene en persona y os salvará”.
Puedes dar un paso más. Mira a tu propia vida. ¿Cuántas veces es un desierto? ¿Cuántas veces necesitas lo que promete el profeta: alegría, gozo, vida, fuerza, valor, plenitud, salvación? Y la respuesta es siempre la misma: Jesús. Acércate a Él porque sus promesas son para ti. Prepara el camino, "sed fuertes, no temáis", llega el Salvador.

Relee la lectura, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.