Jueves 4 de mayo

Jueves 04 de mayo
III semana de Pascua

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según san Juan 6, 44-51

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré el último día.
Está escrito en los profetas: «Serán todos discípulos de Dios.» Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí.
No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que procede de Dios: ése ha visto al Padre. Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna.
Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»

Pistas: Jesús es el camino hacia Dios. Pero este camino no lo recorremos sólo por nuestras fuerzas. Es Dios quien llama, quien atrae. Si le escuchas, aprendes. El Evangelio de hoy te anima a ir dando pequeños pasos o incluso vueltas alrededor del misterio de Jesús que revela a Dios. Jesús que se entrega. Jesús que se hace Pan, que da su carne. Por eso, no te agobies si te pierdes. Sólo lee despacio y deja que resuene en tu corazón la verdad que hay en las palabras de hoy. Tienes unas claves: Fe, vida, Pan-Eucaristía.
San Juan nos repite: Jesús revela al Padre, en Jesús hay vida. Creer en Él da vida eterna. No es una vida efímera, ni temporal, ni con fecha de caducidad. Da la vida de Dios. Jesús es el Pan de la vida. Es el alimento que da vida para siempre y en plenitud. Pero no es un alimento intelectual, moral, físico… sino uno en el que se da a sí mismo. Jesús mismo, el Hijo de Dios mismo, se da, se entrega hasta el extremo. Todo.
Descubrimos que en la Eucaristía se nos da Jesús: el Pan que da vida, el Pan que alimenta la fe. No son creencias, tradiciones, ritos… sino la fe en el Padre y en el Hijo, que dan vida. Y además la historia termina bien. “Serán todos discípulos de Dios”. ¡Jesús vence!
Terminaremos la Pascua comprendiendo que esto lo hace posible la presencia del Espíritu Santo. Él resucita a Jesús. Él convierte el pan que se ofrece en la Eucaristía en Pan de vida eterna: en Jesús vivo y resucitado. Él hace que Dios viva en cada uno de nosotros. Hace que nos parezcamos cada vez más a Jesús, que crezcamos en la fe, que podamos ser atraídos por el Padre, que escuchemos y aprendamos. Hace que sintamos el amor de Dios. Por eso pide el Espíritu Santo y relee el Evangelio dejando que Dios te hable.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.