Domingo 12 de febrero

Domingo 12 de febrero
VI del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Respóndele con tu oración)

Evangelio según San Mateo 5, 17-37
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No creáis que he venido a abolir la ley o los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley. El que se salte uno sólo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres, será el menos importante en el Reino de los Cielos. Pero quien los cumpla y enseñe, será grande en el Reino de los Cielos.
Os los aseguro: si no sois mejores que los letrados y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: no matarás, y el que mate será procesado. Pero yo os digo: todo el que esté peleado con su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano «imbécil», tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama «renegado», merece la condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto.
Habéis oído el mandamiento «no cometerás adulterio.» Pues yo os digo: el que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior. Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el Abismo. Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al Abismo.
Está mandado: «El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio.» Pues yo os digo: el que se divorcie de su mujer—excepto en caso de prostitución—la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.
Sabéis que se mandó a los antiguos: «No jurarás en falso» y «Cumplirás tus votos al Señor.» Pues yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo. A vosotros os basta decir sí o no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno.

Pistas: El Evangelio de hoy nos presenta una idea que Jesús muestra en su vida y predicación: creer implica una manera de vivir, una ley, un estilo de vida. Pero Jesús no quiere un cumplimiento externo, ritual o aparente. Quiere que sus discípulos vayan a lo profundo de los mandamientos, que vivan desde el interior. Por eso hoy da una vuelta de tuerca a “lo mandado” con expresiones como: “habéis oído que se dijo… pues yo os digo…” Ha venido a traer plenitud, a invitarnos a ser “mejores que los
letrados y fariseos” a los que Jesús acusa muchas veces de ser unos hipócritas, de utilizar la fe para sus intereses, de engañarse y engañar con una religión sólo de apariencia externa.
No vale una vivencia legalista, pero tampoco una de mínimos. Jesús invita al amor, a la plenitud, a dejar que la luz de Dios entre en el corazón no permitiendo el pecado. Invita a vivir la plenitud del Espíritu y hacer las obras del Espíritu. Su gracia, su fuerza y tu esfuerzo lo hacen posible. No hay cristianismo sin lucha contra el pecado y el mal. ¿Qué respondes a esta llamada a la conversión y a la plenitud?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.