Viernes 9 de junio
San Efrén, diácono y doctor de la iglesia
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según San Marcos 12, 35-37
En aquel tiempo, mientras enseñaba en el templo, Jesús preguntó: ¿Cómo dicen los letrados que el Mesías
es hijo de David? El mismo David, movido por el Espíritu Santo, dice: «Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies».
Si el mismo David lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo? La gente, que era mucha, disfrutaba escuchándolo.
Pistas: Mc 11,23-12,34 nos cuenta cómo la autoridad de Jesús y su actuación es puesta en duda y molesta a los líderes religiosos y políticos judíos: sanedrín, sacerdotes, fariseos, escribas, el grupo de los saduceos… Intentan desacreditar a Jesús y ponerlo en evidencia. Intentan pillarlo y deshacerse de Él. Muchos de ellos utilizaban la religión y la Palabra de Dios para conseguir sus fines, y Jesús hacía peligrar su bienestar. No les importa la verdad, ni les importa Jesús. Sólo su posición y su ideología. Por un lado, sus intereses les tienen atrapados. Por otro, no son capaces de dejar que Jesús rompa sus esquemas.
Jesús les devuelve la moneda. Los letrados o escribas saben mucho, pero Él quiere mostrar que no entienden. No se atreven a dejar que su persona y su palabra les descoloque, les interpele, les remueva, les haga conocer la verdad.
¿De dónde vendrá el Mesías? Jesús siembra dudas sobre la imagen política de un rey terrenal. San Pablo responderá que según la carne es hijo de David (el rey de la promesa mesiánica), pero Hijo de Dios con poder por el Espíritu Santo (cf. Rm 1,3-4). En realidad, hace falta un paso en la fe para no caer en la ideología, para no convertir la Palabra de Dios en un instrumento al servicio de intereses ajenos a ella. Para que la Biblia y el mismo Evangelio, la religión, la fe, no se conviertan en algo falso, interesado, incomprensible o superficial el único camino es encontrarse y conocer a Jesús. Dejarse sorprender por Él.
Éste camino Jesús te lo propone a ti: encontrarte con Él y dejarte sorprender. Se romperán algunos esquemas, pero al final le conocerás, tendrás a Dios en tu vida y ésta cambiará.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.