Viernes 6 de abril

Viernes 6 de abril
Viernes de la octava de Pascua

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según san Juan 21, 1-14

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás apodado el Mellizo, Natanael el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.
Simón Pedro les dice: «Me voy a pescar.»
Ellos contestan: «Vamos también nosotros contigo.»
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada.
Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice: «Muchachos, ¿tenéis pescado?»
Ellos contestaron: «No.»
Él les dice: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.»
La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: «Es el Señor.»
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces.
Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: «Traed de los peces que acabáis de coger.»
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice: «Vamos, almorzad.»
Ninguno de los discípulos se abrevia a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor.
Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.

Pistas: Es muy simbólico este Evangelio. Los Apóstoles vuelven a su antigua vida de pescadores. Es como si quisieran regresar a sus seguridades, donde ellos sienten que dominan la situación. Van sin Jesús y no pescan nada. Pero cuando Jesús aparece, cuando le obedecen y escuchan su voz, todo cambia. El esfuerzo sin Jesús no da fruto, no sirve de nada. Pero cuando Él está, cuando se sigue su voz, da fruto y abundante.
Tal vez fueron a pescar porque lo necesitaban. Pero seguir a Jesús, obedecerle, aunque parezca una locura, siempre es un camino de plenitud y siempre hay más de lo que uno pueda esperar. He escuchado muchas veces historias increíbles –pero reales- y también lo he vivido en primera persona, cómo Dios siempre provee. Si te fías de Él, siempre, aunque no sea por el camino que tú esperas, aunque tengas que pasar por la cruz, pero siempre, siempre, triunfa el amor. Y siempre sentirás la mano protectora de Jesús.
No sólo hicieron una pesca normal. Eran tantos que la red parecía que se iba a romper. Y Jesús les esperaba con el alimento. Sin Jesús todo era cansancio, esfuerzo, buscar en vano. Con Jesús todo cambia, si te fías de Él, si le dejas actuar en tu vida.

Lee otra vez el Evangelio. Puedes imaginar la escena, lo que sentiría cada uno de los personajes. También puedes dejar que alguna idea ilumine algo que estás viviendo. Y después reza, pide, da gracias, contempla, adora…

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.