Viernes 25 de agosto
Semana XX del tiempo ordinario
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según San Mateo 22, 34-40
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se acercaron a Jesús y uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba: Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? Él le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser». Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.
Pistas: Amar a Dios con todo el corazón, alma y ser. Amar al prójimo como a uno mismo. San Agustín dirá: ‘Ama y haz lo que quieras’. Toda la ley y los profetas, todo lo que Dios ha ido revelando sobre cómo entender la realidad y vivir según su voluntad se resume en amar. Ésa es la clave.
Pero no es algo abstracto. Amar implica un estilo de vida, unas decisiones, unas renuncias… Implica elegir un camino.
Pregúntate ¿estoy amando a Dios? Piensa en cosas concretas: tu oración, los sacramentos, cuánto tiempo le dedicas a Dios, qué haces para que tu amor a Dios sea con todo el corazón, con toda el alma y con todo tu ser.
Pregúntate también ¿amo al prójimo? Piensa en las personas a las que te cuesta amar. No se trata sólo de sentimientos sino de una elección, de tu modo de actuar. Si creces en la fe, si amas a Dios, crecerás también en amor al prójimo y a ti mismo. Porque descubrir el amor incondicional de Dios te llevará a querer corresponderle. Y ya no te conformarás con amar a los demás de cualquier manera, porque Dios mismo te ha enseñado a amar.
Y aprenderás a mirarte a ti mismo como Dios te mira, a conocerte y aceptarte porque Dios te ha enseñado a amar. No podrás amar a Dios ni a los demás si no te amas a ti mismo. Por eso la fe restaura el corazón, sana las heridas. Por eso el amor cura a la persona y hace salir del pecado, del egoísmo, de la desesperación.
Éste es el camino que Jesús nos propone seguir: amar y ser amados. Es un don y es una tarea. Dios ama primero y te invita a entrar en esa dinámica de amor. Y en eso se sostiene toda la vida cristiana, en un amor incondicional e inmenso que lo llena todo porque viene de Dios.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.