Viernes 20 de octubre

Viernes, 20 de octubre
XXVIII semana del tiempo ordinario

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Lucas 12, 1-7
En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros.
Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis de noche, se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano, se pregonará desde la azotea.
A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más. Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para matar y después echar en el fuego. A ése tenéis que temer, os lo digo yo. ¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se olvida Dios. Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. Por tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones.

Pistas: Cuidado con la hipocresía. Es una levadura. Es decir, una poca lo cambia todo y hace crecer lo peor de nosotros. Porque ésta no es una levadura buena, como el Reino, que también se parece a la levadura. Una poca en la masa y toda fermenta. La levadura de los fariseos lo estropea todo. Suele ser el refugio del que quiere llevar una doble vida, del que está acomodado y busca justificaciones para su estilo de vida. Lleva a vivir en la mentira y hace imposible la relación con Dios, porque Dios no puede bendecir la mentira. El único camino para librarse de ella es reconocer la verdad con humildad y cambiar de vida. Sólo la luz del Espíritu Santo que nos lleva a la conversión nos puede librar de ella.
A veces también es un refugio para la falta de valor. Se finge ser de una manera determinada para encajar en un grupo, para evitar problemas. También eso lleva a vivir en la mentira. Por eso Jesús dice: “No tengáis miedo”. Ni siquiera a la persecución o a la muerte. Porque la otra muerte, la de la mentira, el pecado, es peor, porque nos mete en la frustración (“echar al fuego”) y no nos permite ser felices.
Dios cuida de ti. Muchas veces nuestra oración es como una lista de deseos (te pido esto, necesito aquello, ayúdame en esto), o una rutina en la que intentamos sentirnos bien. Tal vez necesitemos alabar más a Dios. Reconocer su grandeza y su poder. Cuando comiences a rezar piensa en quién es Dios y alábale, reconoce su grandeza, que tu vida está en sus manos, que la historia está en sus manos, que es el que se ha hecho hombre en Jesús y habita en nuestro corazón con la fuerza, el poder y los dones del Espíritu Santo. Dale gracias, glorifícale, alábale… Y ahora que estás en su presencia, que sabes lo grande que es Dios, ya no tienes miedo porque todo está en sus manos, porque sabes que no te abandona. Y desde ahí puedes pedir y puedes rezar de un modo diferente. Reconociendo la verdad de tu vida y tus situaciones. Dejando que Dios te bendiga y actúe en tu vida. Y orar así te llevará a convertirte, a tomar decisiones, a comprometerte.
“No tengas miedo”, huye de la mentira, de la hipocresía y del pecado, y te encontrarás con Dios.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.