Viernes 16 de febrero

Viernes 16 de febrero

Viernes después de Ceniza

(Recuerda:

1. Pide el Espíritu Santo

2. Lee despacio y entiende

3. Medita qué te dice la Palabra de Dios

4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según san Mateo 9, 14-15

En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?» Jesús les dijo: «¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos?

Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán.»

Pistas: El Evangelio de hoy nos habla sobre el ayuno. Esta práctica es común en diferentes religiones y generalmente es un medio para acercarse a Dios y dominar los propios deseos.

Vamos a acercarnos brevemente a la visión bíblica del ayuno. En el libro del Levítico se mandaba a los judíos dedicar un día al ayuno, El Día de la Expiación, en el que el pueblo pedía perdón a Dios por sus pecados. El Antiguo Testamento nos cuenta que también frecuentemente se ayunaba sin ningún mandamiento específico en tiempos de aflicción, colectiva o individualmente. También como una forma de penitencia o de arrepentimiento, para pedir perdón a Dios o ante un peligro inminente.

El Nuevo Testamento nos cuenta que Jesús ayunó en muchas ocasiones. Antes de comenzar su vida pública ayunó cuarenta días en el desierto. Enseña a sus discípulos a ayunar como un medio para vencer al demonio, y unido a la oración da fuerza y poder al que lo realiza. Pero Jesús no quiere que sea algo meramente ritual y obligatorio, sino un acto libre que lleve al hombre a entregarse más a Dios. Por eso, invita a sus discípulos a buscar el momento oportuno para ayunar.

En la vida de la Iglesia siempre ha tenido importancia esta práctica. El miércoles leíamos que es uno de los tres consejos que nos da la Palabra de Dios para este tiempo: oración, limosna y ayuno. Entonces, ayunar ¿para qué? Para acercarte más a Dios, para decirle que es más importante que el propio sustento, que los deseos o apetencias. Para sentir incluso físicamente hambre de Dios, para comprender mejor a los pobres, para compartir lo que ayunamos con ellos.

Piensa el mejor modo en que puedes hacerlo. Estamos en un tiempo propicio para ello. La Iglesia aconseja abstenerse de carne los viernes de cuaresma. Los santos nos enseñan que es un camino que da mucho fruto. ¿Te animas a probarlo?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.