Sábado, 4 de marzo
San Casimirio, conmemoración
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según san Lucas 5, 27-32
En aquel tiempo, Jesús vio a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme.»
Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Los fariseos y los escribas dijeron a sus discípulos, criticándolo: «¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?»
Jesús les replicó: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan.»
Pistas: Jesús siempre va más allá no sólo de las apariencias sino de lo convencional. Le importan las personas, no el quedar bien, ni las posiciones sociales u otro tipo de intereses ocultos.
Un publicano era un hombre aliado con el Imperio Romano que cobraba impuestos para los opresores. Pero Jesús no vio en él a un traidor y un pecador, sino a un discípulo, a un amigo, y le llamó para que estuviera con Él.
Da igual cómo seas o cómo estés. Jesús te llama porque ve en ti lo que los demás no ven y ni siquiera tú. Por eso, si escuchas su voz, si quieres, levántate y ve con Él. Jesús se sentará a tu mesa, entrará en tu casa, en tus cosas. No se avergonzará de quién eras sino que te amará.
Jesús no viene a salvar a los que creen que no necesitan salvación porque ya son justos. Viene a buscar al que sabe que está enfermo por el pecado. Al que piensa que nunca va a merecer que Dios le ame y le salve (porque el amor de Dios es incondicional) y sin embargo decide estar cerca de Jesús, se deja amar y salvar.
¿Por qué no invitas a Jesús a sentarse a tu mesa, a conocer tu vida? Eso sí, tendrás que levantarte, cambiar, moverte,
seguirle, dejar ciertas cosas. Pero Jesús aceptará, se sentará a tu mesa y tú serás su amigo y su discípulo. Esto es la conversión a la que nos invita la cuaresma.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.