Sábado 3 de febrero

Sábado 3 de febrero

San Blas, obispo y mártir. San Oscar, obispo

(Recuerda:

1. Pide el Espíritu Santo

2. Lee despacio y entiende

3. Medita qué te dice la Palabra de Dios

4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Marcos 6, 30-34

En aquel tiempo, los Apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco. Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.

Pistas: Jesús se reúne de nuevo con sus amigos, sus discípulos y sus colaboradores, tras enviarlos. Le cuentan lo que han hecho. Y Él se los lleva a un sitio tranquilo para descansar. Casi parece un retiro espiritual. Pueden descansar, contarse sus cosas y estar con Jesús.

Pero entonces sus planes cambian, porque la gente busca a Jesús. Él sintió “lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma”. Quizás tú seas de los que el Señor ya ha enviado, de sus amigos y colaboradores. Es importante tener momentos para estar con Él, descansar, reencontrarte con Él. Pero el Evangelio de hoy nos enseña que eso, sin la caridad, sin la compasión hacia los que buscan y necesitan a Jesús ¿servirá para algo? ¿será auténtico? Si la misión o el ser discípulo se convierte solo en buscar momentos o experiencias espirituales y la tarea se convierte en una carga ¿no nos habremos olvidado de cómo es el corazón de Jesús? Existe el riesgo de convertir la vida espiritual e incluso la misión en un invernadero o en un refugio.

Jesús siente lástima (no es algo meramente intelectual o de cumplimiento del deber), ama y ve la necesidad y “con calma” se acerca a los que le necesitan. Ser discípulo misionero implica vivir y sentir como Jesús. Estar con el Señor, tener su corazón, amar y llevarle a los demás que le buscan.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración