Sábado 25 de febrero
VII del tiempo ordinario
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor
Evangelio según San Marcos 10, 13-16
En aquel tiempo, presentaron a Jesús unos niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el Reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el Reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.
Pistas: Los niños corriendo y molestando, los padres seguramente también: “id a que os bendiga el Maestro”. Y los discípulos querían que Jesús estuviera tranquilo: “Largaos, no molestéis…”. No dejan que se acerquen aquellos pequeños que no eran importantes, no podían dar nada a cambio, sólo son un incordio, un jaleo. Jesús ve la actitud de sus discípulos y se enfada con ellos: “No se lo impidáis”, dejad que vengan.
Los busca, los abraza y los bendice. Y nos da dos lecciones: por un lado, hay que permitir que los pequeños se acerquen a Jesús. Por otro, sólo siendo como ellos se podrá entrar en el Reino. Todo lo que un niño representa nos ayuda a entender el Reino, nos ayuda a acercarnos a Jesús y a permitir que otros lo hagan aunque a veces puedan parecernos insignificantes como un niño.
Jesús te abraza y acoge no por tu relevancia o méritos, sino por lo que hay en tu corazón. Cuando nos despojamos de lo accesorio queda lo sustancial. Ésa es tu tarjeta de presentación ante Dios.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.