Sábado 22 de junio

Sábado 22 de junio
Santa María Magdalena

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según san Juan 20, 1. 11-18
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?»
Ella les contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.»
Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?»
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré.» Jesús le dice: «¡María!»
Ella se vuelve y le dice: «¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!»
Jesús le dice: «Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro.”»
María Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto.»

Pistas: María llora. Ve la losa quitada del sepulcro, pero no cree. Ve el sepulcro vacío y ángeles, pero no cree. Ve a Jesús y no cree. Hasta que Jesús la llama por su nombre. Entonces, por fin, le reconoce, por fin comprende que está vivo. Cuando Jesús deja de ser un desconocido, entonces los demás signos cobran sentido.
María llora porque mira al pasado, llora porque no entiende a Jesús: ve sin ver, oye sin entender… Hasta que por fin descubre a Jesús. Esto nos pasa tantas veces en la Iglesia y en nuestra vida personal… Buscamos donde no podemos encontrar y, sin embargo, lo tenemos delante.
A María le mueve el amor, necesita encontrar a Jesús resucitado, comprender quién es. Y a ella que ama tanto a Jesús, que estuvo al pie de la Cruz, el Señor la elige para ser testigo de su resurrección. La envía a los Apóstoles para que les diga que está vivo.
Ahora puedes mirar a tu propia vida, esté como esté tu fe y tu amor a Jesús, veas más o menos, comprendas poco o mucho… acércate a Jesús. Déjale que te llame por tu nombre (que te conozca) y respóndele. Así podrás creer y ser su testigo. Así podrás escuchar lo que Él quiere para ti.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.