Sábado 22 de abril

Sábado, 21 de abril
San Anselmo, obispo y doctor de la Iglesia

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Hechos de los apóstoles 9, 31-42
En aquellos días, la Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria. Se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba, animada por el Espíritu Santo.
Pedro recorría el país y bajó a ver a los santos que residían en Lida. Encontró allí a un cierto Eneas, un paralítico que desde hacía ocho años no se levantaba de la camilla. Pedro le dijo: «Eneas, Jesucristo te da la salud; levántate y haz la cama.» Se levantó inmediatamente. Lo vieron todos los vecinos de Lida y de Sarón, y se convirtieron al Señor.
Había en Jafa una discípula llamada Tabita, que significa Gacela. Tabita hacia infinidad de obras buenas y de limosnas. Por entonces cayó enferma y murió. La lavaron y la pusieron en la sala de arriba. Lida está cerca de Jafa. Al enterarse los discípulos de que Pedro estaba allí, enviaron dos hombres a rogarle que fuera a Jafa sin tardar. Pedro se fue con ellos. Al llegar a Jafa, lo llevaron a la sala de arriba, y se le presentaron las viudas, mostrándole con lágrimas los vestidos y mantos que hacia Gacela cuando vivía. Pedro mandó salir fuera a todos. Se arrodilló, se puso a rezar y, dirigiéndose a la muerta, dijo: «Tabita, levántate.» Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó. Él la cogió de la mano, la levantó y, llamando a los santos y a las viudas, se la presentó viva. Esto se supo por todo Jafa, y muchos creyeron en el Señor.

Pistas: El relato comienza con un sumario que nos cuenta cómo va la Iglesia, y nos hace avanzar diez años. Después de la persecución que habíamos leído y comprobar cómo el testimonio de los discípulos sale fuera de Jerusalén, la Iglesia va progresando y extendiéndose. Pedro se dedica a evangelizar y acompañar a la Iglesia naciente. Y el libro de los Hechos nos cuenta hoy dos milagros.
Como siempre en la Biblia, el milagro físico va acompañado de la conversión y el testimonio. La Iglesia continúa la misión de Cristo. El Reino que Él vino a inaugurar continúa en su Iglesia por la acción del Espíritu Santo. Jesús no sólo dio autoridad y poder a los discípulos para dar testimonio y predicar, sino que también les dio el poder de orar por los demás. Como decíamos hace poco, tal vez pienses que estas cosas sólo pasaron al principio de la Iglesia y que ahora ya no suceden. Pero, no es así. Yo soy testigo de cómo la oración por personas enfermas las sana, cómo Dios da paz, alegría y esperanza a alguien que se está muriendo. Si te atreves a orar por los demás o por un enfermo al que visitas, podrás ser instrumento de la bendición de Dios y ver sus maravillas.
Es sencillo. No hay que usar una fórmula. Sólo hablar desde el corazón y dejar que el Espíritu Santo ore en ti. Eso fue lo que hizo Pedro. Oró a Dios con confianza, seguro que de cumple sus promesas, y pudo ver la acción de Dios.
Si te animas a orar por alguien, puedes hacerlo solo o con otras personas y seguir este esquema: Señor (o Padre, o Jesús) te doy gracias por la vida de…, te doy gracias por su situación, por … Te presento su vida, sus circunstancias, su… y bendícelo, bendice su vida, llénalo del Espíritu Santo, te pido por… (y pides a Dios por la situación que esté atravesando), bendice … La oración siempre es escuchada. Quizás el fruto no se vea instantáneamente o por el camino que uno piensa. Pero cree que la oración siempre es escuchada.
Unos últimos apuntes sobre orar por los demás. Esto forma parte de ser cristiano. No tiene que ver con lo santo y bueno que eres, sino con tu obediencia y fidelidad a Cristo. Nace de la fe en Jesucristo y en la Palabra de Dios. Tiene como característica el respeto a la persona y su dignidad (se hace con delicadeza, privacidad, confidencialidad). Se hace desde el amor a las personas, el amor que nos da el Espíritu Santo. Y no es algo extraño, ni un rito o una especie de magia, sino recuperar lo que hacían las primeras comunidades cristianas, cuando se reunían para rezar. Y lo hacían así, unos por otros, desde el corazón, dejando que Dios se exprese a través de ti para llegar a los demás.
Como te puse más arriba, si te atreves, permitirás que Dios actúe a través de ti y podrás ser testigo de las maravillas de Dios.

Relee la lectura, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.