Sábado 2 de septiembre
XXI semana del tiempo ordinario
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según San Mateo 25, 14-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus empleados; y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó.
El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio el que recibió uno, hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco. Su señor le dijo: Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu Señor. Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos. Su señor le dijo: Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor: como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor.
Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo. El señor le respondió: Eres un empleado negligente y holgazán, ¿con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas: allí será el llanto y el rechinar de dientes.
Pistas: Puede parecer que falta misericordia en esta parábola, pero fíjate bien. Además de enseñarnos que la postura cómoda o cobarde no es el camino para seguir a Jesús, nos explica algo muy grande: los dones que Dios da, representados en las monedas de la parábola, siempre dan fruto si te pones a “negociar” con ellos. Es decir: Dios da su gracia y la gracia de Dios no falla. Dios da sus dones y los dones de Dios no fallan. Por eso, si tú pones todo de tu parte, vas a dar fruto.
Pero si te acomodas, te acobardas, te vuelves infiel, holgazán, negligente… entonces lo que podía dar fruto en tu vida no lo dará. El pecado tomará el control y necesitarás despertar e ir a buscar aceite para tu lámpara.
Piensa un momento ¿A qué se dedicaron unos y otros? En realidad, los que dieron fruto trabajaron para su señor, multiplicaron los dones que les concedió. El que no, se dedicó a sus cosas, fue perezoso y racaneó con lo que le fue otorgado. Tal vez el miedo fuese sólo una excusa. Ni siquiera hizo lo mínimo: “poner el dinero en el banco”.
Dios nunca te va a pedir cosas por encima de tus fuerzas. Y si parece que lo son, te dará la fuerza para hacerlas. Pero si metes en un hoyo, tapas, escondes, lo que Dios te da sin ni siquiera hacer lo mínimo, el plan de Dios para tu vida se frustrará. Por eso Jesús termina la parábola diciendo: allí será el llanto y el rechinar de dientes, la posibilidad real de decirle que no a Dios en esta vida y para la eternidad.
Si “negocias”, si pones en acción lo que Dios te da, no sólo darás el fruto que tú crees que puedes dar, sino mucho más. Así que revisa tu vida: en qué te pareces al que escondió el talento y en qué a los otros. Y, si encuentras cosas que cambiar, pídele a Dios ayuda y ¡adelante! Él está contigo.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.