Sábado 10 de febrero

Sábado 10 de febrero

Santa Escolástica, virgen

(Recuerda:

1. Pide el Espíritu Santo

2. Lee despacio y entiende

3. Medita qué te dice la Palabra de Dios

4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Marcos 8, 1-10

Uno de aquellos días, como había mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: Me da lástima de esta gente; llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y si los despido a sus casas en ayunas, se van a desmayar por el camino. Además, algunos han venido desde lejos. Le replicaron sus discípulos: ¿Y de dónde se puede sacar pan, aquí, en despoblado, para que se queden satisfechos? Él les preguntó: ¿Cuántos panes tenéis? Ellos contestaron: Siete. Mandó que la gente se sentara en el suelo: tomó los siete panes, pronunció la Acción de Gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente. Tenían también unos cuantos peces: Jesús los bendijo, y mandó que los sirvieran también. La gente comió hasta quedar satisfecha, y de los trozos que sobraron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil. Jesús los despidió, luego se embarcó con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta.

Pistas: Jesús da de comer a una multitud con unos pocos panes y peces. Y además sobra.

Vamos a fijarnos en algunos aspectos. Jesús siente lástima de los que le siguen y necesitan alimento para continuar el camino. Sus discípulos dan lo poco que tienen a Jesús. Y Él obra el milagro. Era imposible que sucediera, que llegase para tanta gente. Y, sin embargo, cuando Jesús lo toma se multiplica y da para todos. Y no de un modo rácano, racionado o limitado, sino que “la gente comió hasta quedar satisfecha”.

Esto mismo lo puedes leer en clave espiritual. Los que están con Jesús necesitan alimento y fuerzas para su día a día. Y eso sale de lo que sus discípulos le entregan. También simboliza la Eucaristía el pan que nosotros presentamos y se transforma en alimento que sacia y fortalece.

Lo poco que puedes darle a Dios Él lo multiplicará hasta un nivel que no puedes ni imaginar. ¿Le ofrecerás a Jesús todo (aunque sea poco) lo que tienes? ¿Le dejarás que Él lo multiplique?

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.