Sábado 1 de julio
XII semana del tiempo ordinario
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según San Mateo 8, 5-17
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó diciéndole: Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho. Él le contestó: Voy yo a curarlo. Pero el centurión le replicó: Señor, ¿quién soy yo para que entres bajo mi techo? Basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes: y le digo a uno «ve», y va; al otro, «ven», y viene; a mi criado, «haz esto», y lo hace.
Cuando Jesús lo oyó quedó admirado y dijo a los que le seguían: Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de Oriente y Occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el Reino de los Cielos; en cambio a los ciudadanos del Reino los echarán afuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. Y al centurión le dijo: Vuelve a casa, que se cumpla lo que has creído. Y en aquel momento se puso bueno el criado.
Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra en cama con fiebre; la cogió de la mano, y se le pasó la fiebre; se levantó y se puso a servirles.
Al anochecer, le llevaron muchos endemoniados; él con su palabra expulsó los espíritus y curó a todos los enfermos.
Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: «Él tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades».
Pistas: Dos milagros de Jesús: el criado de un centurión (un extranjero) y la suegra de Pedro (una mujer). La fe del centurión alcanza el milagro. Jesús pone de relieve la confianza absoluta de este hombre en Jesús.
El Evangelio de San Mateo se escribe cuando ya se ha producido la ruptura entre el judaísmo y los seguidores de Jesús. Y nos deja como mensaje que no hay privilegios. Muchos extranjeros entrarán en el Reino de los cielos y muchos ciudadanos serán echados fuera. No se trata de posición social o de la clase a la que se pertenezca. Jesús rompe con todo esto. Es cuestión de fe. De encontrarse con Jesús y creer en Él.
O el caso de la suegra de Pedro. Cuando Jesús la toca, sana y ella se pone a servirles. ¿Qué quiere decir esto? Que Jesús te salva y te libera. El pecado ya no tiene poder sobre ti, el mal ya no te esclavizará. Jesús es tu carta de libertad.
Endemoniados y enfermos son sanados por Jesús: cura, salva, libra del mal y del pecado. Y todo esto no es algo del pasado. Es para tu vida y la de los tuyos. No importa cómo estés, quién seas… sólo necesitas tener fe.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.