Miércoles 7 de marzo
Santas Perpetua y Felicidad, mártires
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según san Mateo 5, 17-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.»
Pistas: La novedad que trae Jesús puede hacer que sus discípulos quieran romper absolutamente con todo lo anterior. Pero Dios a través de la historia del pueblo judío fue revelándose, mostrando cómo y quién es, de una manera progresiva como refleja el Antiguo Testamento. Hasta que finalmente en Jesús esa revelación de Dios llega a su plenitud. Jesús dará cumplimiento y plenitud a lo que Dios ha ido mostrando a los hombres a lo largo de la historia.
Las palabras del Evangelio de hoy son importantes para las primeras comunidades cristianas a las que van dirigidas. Existía el peligro de querer renunciar a toda la herencia del Antiguo Testamento olvidando que el Dios de la historia del pueblo judío es el mismo al que Jesús llama Padre. Pero todo lo anunciado se cumple de un modo sorprendente: Jesús es Dios, el Hijo de Dios hecho hombre; y el Espíritu Santo que Jesús promete es Dios. Todo apuntado en el Antiguo Testamento pero plenamente revelado en Jesús. En su vida, muerte y resurrección, y en la venida del Espíritu Santo.
El Antiguo Testamento (la Ley y los Profetas) sigue teniendo plena validez, es Palabra de Dios, que hay que leer a la luz de Jesús, a la luz del Nuevo Testamento. Es Palabra de Dios y por eso nosotros leemos así el Antiguo y el Nuevo Testamento.
Respecto a la Ley. Jesús nos dice en otras ocasiones que la fe no es encerrarse en un conjunto de normas que lo absorban todo. Porque eso es una vivencia vacía que muchas veces sólo busca guardar una imagen o forma de actuar. Pero lo que hoy nos recalca es que las normas son necesarias y válidas, que no podemos saltárnoslas alegremente. Jesús aunó las normas y la vivencia. Él no vivió de espaldas a la práctica judía y cumplió con los preceptos, aunque superó muchas tradiciones y formas de hacer. Y, por encima de todo, la novedad que Jesús trae, revoluciona: la importancia del perdón y del amor. La novedad del cristianismo es, debe ser, esto. Porque ¿quién prefiere vivir al margen del amor y del perdón?
Puedes rezar hoy pensando qué importancia tiene para ti la Palabra de Dios. Si tal vez coges solo lo que te interesa, si ocupa un lugar importante en tu vida y la vives. Y si la enseñas a los demás.
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.