Miércoles 5 de julio

Miércoles, 5 de julio
San Antonio María Zaccaría, presbítero

(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)

Evangelio según San Mateo 8, 28-34

En aquel tiempo, llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los gerasenos.
Desde el cementerio dos endemoniados salieron a su encuentro; eran tan furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino. Y le dijeron a gritos: ¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo?
Una gran piara de cerdos a distancia estaba hozando. Los demonios le rogaron: Si nos echas, mándanos a la piara. Jesús les dijo: Id. Salieron y se metieron en los cerdos. Y la piara entera se abalanzó acantilado abajo y se ahogó en el agua.
Los porquerizos huyeron al pueblo y lo contaron todo, incluyendo lo de los endemoniados. Entonces el pueblo entero salió a donde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara de su país.

Pistas: Del cementerio salen dos endemoniados. Del lugar de la muerte. El demonio los tenía atrapados allí y nadie se les podía acercar. El mal aparta de la vida y de los demás, llena de odio y de rabia. De lejos ven a Jesús y no se pueden resistir porque donde Él está el mal tiene que huir. En este relato queda claro el poder de Jesús. Incluso llama a Jesús: Hijo de Dios.
El mal conduce a la muerte y la destrucción. También a aquellos cerdos que se arrojan al mar. Pero ante Jesús no tiene poder. Por eso los demonios se tienen que someter a Él. Y van al animal más impuro (según la creencia judía), pero ni siquiera ahí pueden estar.
Este milagro no logra el objetivo de despertar la fe en los habitantes del pueblo. No les importan los hombres que quedaron sanados, ni quieren saber más de Jesús. Sólo que se vaya. Le temen. Entonces ¿por qué curó a estos hombres? Por compasión y porque su poder es tal que si Él está, el demonio, el mal, sale a la luz y es expulsado.
Piensa en el mal del mundo y en el de tu vida (el demonio de la mentira, de la avaricia, de la envidia, de la pereza…) y en que si dejas entrar a Jesús todo cambiará. Tal vez, no del modo que pudieras pensar. Porque Jesús siempre nos sorprende. Pero quedarás libre, podrás volver a vivir y verás su poder.

Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.