miércoles 19 de junio
XIV del tiempo ordinario
(Recuerda:
1. Pide el Espíritu Santo
2. Lee despacio y entiende
3. Medita qué te dice la Palabra de Dios
4. Ora, respóndele al Señor)
Evangelio según San Mateo 11, 25-30
En aquel tiempo, Jesús exclamó: Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla. Si, Padre, así te ha parecido mejor.
Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Pistas: Hace un par de domingos que leíamos este Evangelio. Jesús, dando gracias al Padre porque se revela a la gente sencilla. Y ¿cuál es el camino para acceder a Dios? El mismo Jesús. “El Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar”, dice la lectura.
Una vez más la Palabra de Dios nos indica el camino de dejarse sorprender (no se trata de ser sabio y entendido, sino sencillo) y el del encuentro con Jesús que gratuita y libremente nos puede dar a conocer a Dios. No es una teoría, no son un conjunto de ideas. Es relacionarnos con el Hijo de Dios hecho hombre. “El Señor de cielo y tierra” quiere revelarse a la gente sencilla. ¡Esto es tan hermoso! ¡Tan impresionante! El Dios altísimo, todopoderoso, prefiere un corazón sencillo. En realidad, si fuéramos capaces de explicarlo y de entenderlo no sería Dios. Sólo podemos conocerlo porque Él ha querido que así sea. Porque se nos ha querido revelar.
Así que, si quieres conocer a Dios, recuerda, el camino es Jesús. El camino es ser sencillo y dejarse sorprender por el Hijo de Dios a quien el Padre le ha entregado todo, y que nos da el Espíritu Santo y sus dones. Y nos abre así la puerta de la vida divina. Dios no será un desconocido, sino que habitará en nosotros. Es el misterio al que nos podemos asomar y en el que podemos entrar ¿Te atreves a entrar con un corazón sencillo en este misterio? ¿te atreves a acercarte a Jesús y a través de Él conocer al Padre?
Relee el Evangelio, escucha lo que Dios te dice y respóndele con tu oración.